diciembre 22, 2009

Escritura automática

Invasión de insectos con alas. Multiplicación de las migajas. Luces azules y rojas. Cama congelada. Sabes que te pareces al ponche, te iba a decir, como decía la otra vez en un lugar que no es éste, que no es ninguno, y donde a fuerza me obligaba a decir aquello... Te paras en frente: y te observo, te pones de un lado, y volteo. Los helados que se derriten. Una mirada hacia arriba es el cielo abajo. Y las moscas. Con alas ovaladas. Y miras otra vez. ¿Qué te decía? La vida. Camino a la derecha. ¿Y ahora? Allí. Y caminas. Te veo. Las sillas que derribas. Las sillas que vuelan. Una fotografía. El alcance de una imagen que dibuja tu retrato. Peces que vomitan algas. Peces cansados de estar siempre mojados. De allí, de ese hendidura es de donde le brota tanta miel. Y las flores. No podría comprar tantas flores. Ponerlas todas encima. Y se antojarían de colores. De todos los tonos, de todos, y podríamos hacerlas híbridas, y nos comerían. Te morderían la mano. Las cajetillas de 30 pesos.

noviembre 13, 2009

El Muro fantasma



El Muro fantasma



El fin de la historia dijo Francis Fukuyama. ¿? Ahora que se acaba de celebrar 20 años de la caída del Muro de Berlín, me preguntaba cuánto sabía sobre el fin del modelo comunista. Me di cuenta que no sabía casi nada. Nada para ser más precisos. Es por ello que empecé a informarme en wikipedia, en las noticias relacionadas al tema que se han publicado durante estos días. Hasta ahí podía tener una idea de lo que se estaba festejando. No era suficiente. Busqué en la televisión por cable, me imaginaba que se harían programas especiales relacionados al evento: no fueron lo que esperaba. No había profundidad. Quizás el lunes temático del canal de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) fue el más completo en televisión, pasando por casos aislados en otros medios. Qué superficialidad la imagen de los juegos pirotécnicos a la merced de Angela Merkel, y sus invitados internacionales, hoy, combinada con la imagen de la algarabía de la población alemana aquella noche del nueve de noviembre de 1989. Para la foto.

Lo mejor fue conseguir la revista Proceso que había sacado una edición especial, explicando el acontecimiento mismo de la caída con testimonios de personas que habían vivido esa debacle. Ese respiro íntimo de quien se lanza contra la barrera para destrozarla a punta de humanidad o combo, o de quienes se aglomeran, ya con permiso, en el límite para atravesarlo jubilosos empujando a la antes opresora fuerza de la Stasi (la policía secreta y de inteligencia de la Alemania del este), ahogada. O como también, tiempo antes, esa angustia de pasar camuflado junto al motor de un auto en dirección al oeste, y aquellas historias de quienes por su libertad fueron alcanzados a las balas en el estrecho de la muerte, su muerte. ¿Qué era ese poder que lo controlaba todo, que tenía tanto miedo como para espiar al detalle a su gente, que ofrecía igualdad a cambio de represión y sometimiento? ¿Cómo se configuraba un sistema obsesionado ideológicamente en su propia ontología social y política? Algunas de las respuestas a estas preguntas estaban allí. Y también las consecuencias, la Alemania de hoy, la realidad de una "floreciente nación unificada". Sus contradicciones y sus añoranzas. Pero como siempre quedaban pendientes más preguntas, me fui a los orígenes y llegué hasta el Manifiesto del Partido Comunista, que por cierto me habían regalado como parte de un grupo de libros desechados. Junto a este texto también me encontré -en el mismo grupo que se apilaba en una ruma de lo que ya no se quiere, que se bota, páginas algo amarillas y que ya nadie entiende o se considera parte de un sumario totalmente desfasado- un libro sobre literatura soviética. Bueno, tenemos que leer esto, es necesario: cómo solamente enterarse del fin de un modelo social a través de los hechos anecdóticos, sin reparar en las ideas que le dieron nacimiento. ¿No es esto último lo medular para hacerse de un moderado juicio crítico?

He leído con apretada curiosidad, reflexionando en el diagnóstico, en el análisis de la sociedad burguesa y consumista. Y a pesar de que los postulados del Manifiesto pertenecen a mediados del siglo XIX, y que sostuvieran modelos como el gobierno de la República Democrática Alemana (RDA), socialista, que ya no existe, que para Fukuyama significó el fin de la historia, y que con esto le dio una patada a la dialéctica de Hegel (tamaña barbaridad) y que la gran masa imperante -en este caso por abundancia numérica- cree campo para la estantería de los dinosaurios, su voz se siente tan de coyuntura, para una lectura, por supuesto, que ubica los términos en su tiempo:

"Dondequiera que ha conquistado el Poder, la burguesía ha destruido las relaciones feudales, patriarcales, idílicas. Las abigarradas ligaduras feudales que ataban al hombre a sus "superiores naturales" las ha desgarrado sin piedad para no dejar subsistir otro vínculo entre los hombres que el frío interés, el cruel "pago al contado". Ha ahogado el sagrado éxtasis del fervor religioso, el entusiasmo caballeresco y el sentimentalismo del pequeño burgués en las aguas heladas del cálculo egoísta. Ha hecho de la dignidad personal un simple valor de cambio. Ha sustituido las numerosas libertades escrituradas y bien adquiridas por la única y desalmada libertad de comercio. En una palabra, en lugar de la explotación velada por ilusiones religiosas y políticas, ha establecido una explotación abierta, descarada, directa y brutal."

La explicación de burguesía la da F. Engels: "por burguesía se comprende a la clase de los capitalistas modernos, propietarios de los medios de producción social, que emplean el trabajo asalariado". ¿No es esto comparable con lo más representativo del capitalismo actual? ¿No es aquel frío interés, el cruel 'pago al contado', el que nos ha llevado al absurdo extremista de darle un valor supremo a la representación abstracta del valor monetario de los bienes, es decir, a la bolsa de valores? ¿No es acaso el cálculo egoísta -en lo mínimo- el que nos ha llevado a la reciente crisis económica? ¿A qué si no apostaban esos intereses que jugaban con las expectativas del cambio de valor económico (de los bonos hipotecarios), a través de las más truculentas estratagemas que ofrece el sistema? ¿No es desalmada la libertad de comercio cuando se controla el precio de los bienes? ¿No es, por un segundo, al menos, "brutal" esa voracidad de hacer más dinero en las bodegas y cuentas de los bancos, mientras hay gente que se muere de hambre? ¿Acaso ese calificativo de "descarado" no es siquiera ajustable a quienes gobiernan para y en ofrenda de las poderosos grupos económicos?

El tremendo remezón de la crisis económica originada en Estados Unidos puso por un momento en cuestión al capitalismo. Las veladas disculpas rápidas y la sindicación a un grupo de avariciosos fue la solución. Y no se hable más. Aquí todo funciona bien. Pero... sea, al menos, que el sistema no fuera el responsable, sino un buen grupo de quienes están en las directrices de él, las pústulas excitadas de estos últimos han lubricado de tal forma la maquinaria, que no se ve que vaya a funcionar para otra cosa que no sea beneficiar a los mismos de siempre.

¿Es lo mejor que tenemos?(1)

Las revoluciones sociales no han triunfado, al menos se me ocurren claros ejemplos en América Latina, porque que cuando éstas llegaron al poder traicionaron sus ideales. Mantuvieron o reemplazaron las iniquidades, las injusticias... Otra vez los oprimidos. Un gobierno del cambio, de la justicia social, que subyuga por las persistencia de las diferencias sociales o la implantación de controles dictatoriales, no puede prosperar, al menos en el aspecto del bienestar y la paz social.

Banderas revolucionarias contra el capitalismo liberal o el modelo imperante no son el recuerdo de la historia. Ejemplos como el pintoresco Hugo Chávez hacen harta bulla. Líderes antisistema pueden nacer en terrenos abonados por el desencanto. Fuerzas con distintos poderes se enseñan los dientes todos los días... ¿Qué será de China? ¿Qué sabemos de ella y qué podrá llegar a alcanzar? ¿A qué aspirará China? ¿Tendrá algún sueño extravagante?

No todos los cambios tienen que ser traumatizantes. O quizás sí, al menos los más importantes. La celebración de la caída de un sistema político como el de la RDA, el día en que el mundo cambió, ese muro en el suelo, se ve como perdurable. Pero eso es así para la ridiculez de la perspectiva humana con sus 70 años de esperanza de vida, bueno 80, si quieres cien. Ridiculísimo. ¡Y aburrido por otra parte! ... Y esto no es un augurio de la vuelta a modelos socialistas, con algunos de sus representantes más torpes, al menos aquí en Latinoamérica, no. Es diferente. La discusión de qué es justicia social, qué es el bien, qué es el mal está en constante alimentación. Avanza. No está quieto, se transforma, y por lo tanto no será lo que fue hace 20 años, hace más de cien años.

Cuando Marx y Engels elucubraban las primeras palabras del Manifiesto decían: "Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo", era porque estaban apenas dibujando la realidad que los rodeaba, su futuro, lo venidero. ¿Se podría decir lo mismo ahora?: Un fantasma recorre el mundo...


Fredy Fernando Ruiz Condori
México, noviembre de 2009


(1) El Estado le procura a cada ciudadano, por igual, las posibilidades de vivir dignamente. ¿Qué pasa con aquellos que son pobres? ¿Las políticas de progreso económico neoliberal les darán la oportunidad de salir de la pobreza? Cuando la televisión nos muestra ejemplos de personas que salieron de la pobreza para triunfar, detrás de esas historias hay esfuerzo, sacrificio, se rompieron el lomo, como se dice coloquialmente. Y podemos todavía especular que tuvieron suerte. Bueno, ¿por qué en una sociedad donde todos son iguales unos caminaron sobre espinas y otros sobre almohadas de seda para llegar al mismo lugar? Sea válida al menos la recepción de los cuestionamientos.



Imágenes de los interiores de la revista Proceso, Edición Especial Número 27.

noviembre 12, 2009

Singularidad

"Cuando desaparece un ser querido, pagamos el pecado de existir con mil añoranzas desgarradoras. Su muerte nos devela su singularidad única; se torna vasto como el mundo que su ausencia hace desaparecer para él, y que su presencia hacía existir en su totalidad; nos parece que hubiera debido ocupar un lugar más importante en nuestra vida: en última instancia ocuparla totalmente."

Simone de Beauvoir

octubre 28, 2009

La Maga Poética de Córdoba



Rosa María Galán Callejas es una artista vital. ¿Por qué? Toda su vida corresponde a un personaje de novela que cultivó el arte al extremo de hacer de él su vida misma. Se hizo poeta, escritora, pintora, y como siempre quiso más realizó teatro y música. Quizás a todo ello lo reúne su poderosa capacidad de imaginar, que tenía que tocar las extensiones de la belleza hasta donde alcanzara y más. No es de extrañar que los escritores de la época la describieran de maneras tan peculiares.

Rafael Arreola Molina en su libro "Córdoba, jardín de la cultura e historia" dijo: "...creo entender la esclavitud a la que puede someternos el timbre de una voz como la de Rosa María, que en las noches describe la palidez de sus muñecas, juega a solas, mientras que un tinte de campanas convoca a rituales de magos y videntes... En las noches Rosa María se mira en la escritura de la hoguera y al descubrirse niña-imán, sueña que colorea su destino al pie de un pararrayos de ilusiones...". Descripción tan excéntrica e ideal de la artista parecería sólo un juego bonito de palabras, pero no lo es. Hay que indagar en su historia.


Nació en 1919. Trece años después, ni tan niña, amarró una cuerda a un par de árboles, uno de ellos fuera de casa y el otro dentro de ella. Sujetó a la cuerda una silla. Se subió a ésta y se lanzó al vacío. Desde pequeña como juego se vestía con trajes de sombreros grandes para hacer representaciones de teatro. Su tía Concepción Galán Rico, concertista, tocaba el piano y ella observaba y aprendía e improvisaba ponerle música a sus poemas.

Allí otra característica de la artista ideal. Fue precoz. A los quince años fue invitada por el reconocido poeta León Sánchez Arévalo a participar en el grupo de poetas de la "bohemia poblana". Quienes en tal contexto editan el libro "Poetizas mexicanas" dedicado por el propio Sánchez Arévalo a ella: "Para Rosita Galán, la poetiza central de esta obra".

A esos quince años Rosa María crea el poema "A Juárez" y lo recita en la vieja escuela de la ESBAO, en la avenida uno. Cuando pronuncia los últimos versos Yace tu cuerpo bajo el mármol duro/ mas tu espíritu al par: ¡fuerza y acierto!/ aún late en tus Reformas ¡limpio y puro!/ ¡Cordobeses oíd: ¡Juárez no ha muerto! todos sus compañeros estallaron en palmas, y emocionados la cargaron y así la llevaron en hombros hasta su casa. Esta anécdota la recuerda perfectamente Manuel Galán Paez, sobrino de Rosa María, quien se explica así el inicio de la predilección de ella por la poesía.

Cuenta también que la infancia de Rosa María se desarrolló en la época final de la Revolución: "Ella y mi padre (Manuel Galán Callejas) se ponían a platicar sobre el Ejército que pasaba. Nada más se escondían y veían a los caballos. Los podían ver porque en esa época la casa, que era pequeña, se ubicaba en la avenida uno, la calle principal, la calle real... Ellos vivieron momentos en los que las familias se guardaban en las casas. Era un tiempo lleno de miedo y romanticismo".

Entonces los niños oían las historias de los viejos. Cuentos de desaparecidos, lloronas, fantasmas y brujas. Eso lo recuerda bien Francisco Galán Callejas que, como el menor de los seis hermanos de Rosa María, le daba mucho miedo. Tiempo después todos esos relatos serían la base para las leyendas fundamentales de la ciudad de Córdoba que crearía la escritora.

Hablar así, en la oscuridad, que se rompía a veces con el ruido del "tranvía de mulitas", que iban por las vías que atravesaban el centro de una Córdoba que no contaba con más de ocho mil habitantes, era el ambiente que disparaba la imaginación de la artista; que pronto se expresaría en la puesta en escena de obras de teatro en su casa de la avenida uno con calle cuatro; y luego también en la casa de la calle 15 y la avenida once, donde, ya una Rosa María adulta realizaría espectáculos para beneficio del asilo Santa María. En esta última casa ella dejaría que se grabara la película corta mexicana "La casa del abuelo", porque era como un castillo, lleno de muebles antiguos, de cuadros, de reliquias, de vajillas finas y jarrones exóticos.

Era la Casa-museo Galán Gallejas. Jacobo Herrera llegó entrar allí cuando era un niño, unos 11 años. Perteneció al grupo de estudiantes, que de distintas escuelas, se reunían para recibir un taller de poesía de Rosa María durante una hora y media dos veces por semana: "Tenía una voz muy clara, de mucha personalidad, pero tenue, no molestaba. Gesticulaba mucho. Nos sentábamos en un espacio que ella nos asignaba. Nos leía muchos poemas. Y asistíamos de manera voluntaria. Era muy convincente, porque uno no se aburría. Le gustaba mucho enseñar y explicar. Ella decía que teníamos que escribir porque se tenía que conservar la tradición".

Los años en Rosa María no se contabilizan de otra manera que no sea hablar del arte. Quedarse en el sólo aspecto de su escritura descubrirá para la ciudad de Córdoba, que lo ignora sin duda alguna en su gran mayoría, a una poeta preciosa. Alabada no sólo por escritores del Córdoba viejo, sino también por otros que la conocieron como la premio novel de literatura Gabriela Mistral, quien la llamaría "Rosa de leyenda".

Aída García Hidalgo, Encargada de la Biblioteca rural del Bajío, pero sobre todo ferviente admiradora de Rosa María, opina que se debe rescatar a la Rosa María Galán Callejas escritora: "Es lamentable que su nombre no aparezca como el de una cordobesa ilustre, ni que ningún recinto cultural lleve su nombre... Las letras, que es la parte sensible del ser humano se está perdiendo. Las generaciones no lo saben. No les interesa sus libros. No les importa. Ni a mucha gente adulta de la ciudad".

Aunque la poeta era reservada para promocionar su obra y explicarla, ante la pregunta ¿cómo es que puedes pintar así, Rosita?, ella respondió: "No lo sé. Yo creo que es un ángel que se posa sobre mí y guía mi mano".

La artista, ya se ve en su vida de la casa bonita, del teatro mágico, de la silla que vuela, de los poemas que riman, murió a los 90 años. No tuvo hijos. Lo dio todo al arte al que siempre estuvo involucrada, no como una profesión ni un medio de ganarse la vida, sino como la única manera de existir. A veces sola, recitando al final oraciones a la luna plateada que entraba por su ventana: Y eso es literatura y vida: Su imaginación era desbordante.



Publicado el 4 de octubre de 2009 en diario El Mundo de Córdoba.

Comentario del autor: Rosa María Galán Callejas es un personaje que me ha impresionado. No pude conocerla, algo que he deseado mucho... Agradezco tanto la colaboración de aquellas personas dentro y fuera de diario El Mundo que hicieron posible este reportaje, que, por distintas razones, me es muy especial.


octubre 22, 2009

Hakuna matata




Lo importante de esta filosofía es que si "es" no debiera ser o se reniega o niega su existencia, no es. Así de simple. Es como comer crocantes escarabajos y gusanos gordos, viscosos pero: ¡sabrosos!; o bailar en la oficina agitando dedos índices y caderas de lado a lado, ¡lo bailado!; porque bajo el mágico hechizo del hakuna matata, nada es adverso, ya con la sonrisa puesta, ya..., ya, ya, yayá: problema chiquito, problema grande, problema escabroso, problema sindical, problema económico, problema hipersensitivo, problema amoroso, problema de nacimiento, problema familiar, problema intrauterino, problema de ayer, problema de hoy, problema de mañana, problema gracioso, problema primario, secundario y por qué no terciario, problema sin solución, problema con aparente solución, problema que te tiras de los pelos, problema ejecutivo, problema periodístico y problema ético, problema de dos, problema solitario, y que no se comparte, problema que se ahoga, problema incendiario, problema de alguien más, problema tuyo, problema mío, nuestro problema, problema problemoso, problema problemático, problema problematístico o problema problemastrófico: ¡hakuna matata!

octubre 19, 2009

Mano arrugada de supermercado





Estoy esperando en la caja del supermercado para que me den la cuenta. Pago. Me dan el cambio. Avanzo unos pasos de costado, mientras la persona encargada de poner mis compras en bolsas termina su trabajo. Miro sus manos. Están arrugadas. Levanto la vista. Es una señora de más de 60 años.

He comprado pan, yogurt, leche chocolatada, manzanas, un afeitador de tres hojas, gel para afeitar y desodorante. En una bolsa coloca los productos de aseo y en otra los alimentos, excepto el pan. El pan, que ya está protegido por una bolsa de papel, lo coloca en otra bolsa, y finalmente lo coloca en la bolsa de los productos de aseo. Me parece estupendo. Así tengo tengo sólo dos bolsas para cargar. En una van los alimentos y en otra los productos de aseo, junto al pan adecuadamente protegido. ¿Por qué no metió la bolsa del pan, junto a la de los alimentos? Yo no hubiera preferido esta última opción, porque el yogurt y la leche van saliendo del refrigerador, y en el trayecto podrían siempre mojar al pan, lo cual sería desagradable. Me va mejor que esté en la otra bolsa.

Le doy una propina. Y salgo del supermercado.

Le tomo atención a esto, porque recuerdo también cuando una jovencita ante una situación parecida, ¡metió el pan junto al yogurt! Y lo peor fue que ni siquiera protegió el pan, en papel, con una bolsa de plástico. En su cara saqué los productos y los ordené como deberían ir. Me fui molesto.

Alguna vez una amiga de más de 50 años me dijo que debería hacer un reportaje sobre lo difícil que es conseguir trabajo para las personas mayores. Te ven vieja o viejo y ya no te quieren contratar. Se "supone" que los jóvenes están llenos de "frescura", "vitalidad" y no sé... ¿ideas nuevas? para las empresas... Y francamente eso se me antoja a pura mierda. No dudo, claro, de la fuerza de su vocinglería, ni de tanta energía desplegada en las calles, mientras se lían en asuntos de "su interés"... Porque he allí el punto: algunos jóvenes, o quizás muchos, en realidad no ponen esa vitalidad a la empresa y su trabajo en ella. Por el contrario, una persona adulta, realmente interesada en lo que está haciendo, aveces sin duda por la misma necesidad, pondrá todo de ella, desplegando una labor eficiente, y por qué no, hasta propositiva.

Alguien me dirá que no todas las personas adultas son así, y que hay las que sólo ven el día pasar, esperando el timbre de la campana de salida para gritar "yaba daba du" (lo siento Pedro, no va contigo).

Y sí, de acuerdo: Porque la edad en ningún caso puede ser una determinante para dar o no trabajo a una persona. Se evaluarán distintos aspectos, dentro de ellos la edad, y la experiencia. Pero nada puede ser tan ridículo como para poner al frente a un joven por el simple hecho de serlo y dejar de lado a un viejo por lo mismo. Y viceversa: qué pérdida de dinero mantener a un viejo y su experiencia, hecha polvo, si es que un joven con innovación y criterio podría desempeñar ese puesto con mejores resultados.

Esas delicadas manos arrugadas pusieron mis compras adecuadamente junto a la caja del supermercado.


Imagen de: mincultura.gov.co

octubre 17, 2009

Ella era más...

Para D, por los detalles.



Ella era más inteligente que yo. No me di cuenta de manera tan clara hasta la noche en que me dejó mudo, indefenso, desconcertado y tan disparatadamente orate como para pronunciar la frase más vacía y sin sentido que he dicho en la historia de mis pobres discursos.

Como yo la quería no había problema en que su superioridad se mostrara estadísticamente en que ella ostentara dos profesiones y yo sólo una, o en que nombrara libros que no había leído. Nunca me afectó, por el contrario gozaba que me narrara esas historias ajenas en su voz dulce y un juego atento de caricias, como la tarde que me habló de los hermanos Karamázov, de los que hasta hoy, por cierto, sólo tengo acercamiento por ella. Qué extraño me parecía que me dijese que no tenía religión más que la suya. No lo entendía, y lo asimilaba como una rareza, una extravagancia insurgente desde la fortaleza de mis convicciones católicas. Con el tiempo descubrí el engaño, pero cuántos años me han llevado el saberlo y el poder afirmar como ella que las religiones son un fraude de inmensas proporciones. La sentencia para mis habilidades intelectuales se manifestaba en su propia opinión. Me decía que yo no era el tipo más inteligente que ella conocía, quizás creativo, pero no inteligente.

Y una de esas noches en que se presentaba la opción de discutir, cierta controversia de nuestra relación, sus argumentos fueron nítidamente enlazados, sus ideas estéticamente presentadas y su conclusión contundentemente pronunciada. Me tocaba decir algo. Defenderme. Darle la contra. Pero yo estaba apabullado, mudo, sin respuesta, era tal la soberbia y magnitud de su posición, que no admitía un contrasentido, al menos no uno que fuera formulado en mis débiles capacidades intelectuales. ¿Qué dices tú? Mi silencio. Mi desesperación. Y he allí la bellaquería de mi cobardía, la salida mugrienta, la mentira osada. ¿Y? La miré directo a los ojos, aspiré profundamente y rompí el silencio con la siguiente frase: "Es lo más estúpido que he oído en mi vida". Sus ojos saltaron de la impresión y me preguntó: "¿Por qué?" Me di la vuelta y me fui. Era más inteligente que yo.

octubre 06, 2009

Y este dolor...




-¿Qué te pasa?
-No sé... De pronto tengo un dolor aquí...

¿Cómo se capta la información a nivel inconsciente? Es decir, ¿se realiza a través de los ojos y los otros sentidos? Porque, por ejemplo, en el caso de los ojos, puede ser que yo haya fijado mi atención en un punto pero como mis ojos ven mucho más de lo que pasa al rededor, quizás esa información fue archivada a nivel inconsciente, sin que yo tomara cuenta de ello en ese momento... Información que, como ya se sabe, luego se puede expresar en los sueños, porque persisten precisamente a nivel inconsciente. Luego, si esto es así, ¿no es válido también que la información que va al inconsciente, o que procesa lo inconsciente, sea obtenida por medios no convencionales, como el sentir que alguien nos observa por detrás y más de ese tipo? Y voy más allá: cuando discutimos con alguien gravemente y nos da cólera y nos enferma, en fin, que nos produce un mal rato, esto sería obtenido y procesado a nivel consciente: sabemos que esa persona nos ha disgustado. Ok. ¿Y qué ocurre cuando alguien nos lanza una mirada de odio a nuestra espaldas, y se concentra en desearnos lo peor, podría ser captado, esto, de alguna manera a nivel inconsciente, ¿y qué nos puede producir? Y me refiero a que en el primer caso nos puede dar un colerón, y afectarnos físicamente con una subida de presión, quizás, en el segundo caso ¿también podría afectarnos físicamente?


Fuente de imagen: wiki.biensimple.com

octubre 05, 2009

Perros que buscan el tren



Julia Merino Solís es una heroína invisible en nuestra sociedad moderna y estúpida: De este criadero que pare enfermos que torturan a los animales. No sólo los abandonan a su suerte, cuando les molestan, sino que los patean, los amarran con furia, los queman, los violan... ¿Quién se encarga de hacer registro de ello? Y es por ello que Julia Merino Solís, a quien he entrevistado aquí, se me hace un personaje destacable, porque a sus más de 70 años, y sola, desde su casa de maderas y plásticos reciclados, les da cobijo y esperanza a los que van perdidos y traumatizados de cuatro patas por las calles.

Aquí juntito (no más de 13 metros) pasa el tren.


"Ya tengo como... casi 40 años viviendo aquí. Todo era monte. No había ni fraccionamientos. Nomás habíamos poquitas casas. Me vine por un señor, pues nos conocimos, y él me trajo para acá. Nomás que él ya se murió, y, ya no vive. Tengo hijos por el primer esposo pero ya cada uno tiene su compromiso aparte.

¿Alguno de sus hijos la ayuda?
El mayor no responde, pues agarró el vicio de tomar y ya se entregó a la toma y ya nomás piensa en eso y no trabaja, ¿de qué manera me va ayudar? Y los otros, pues, también tienen hijos y tienen que responder por ellos... Sí me vienen a ver. Y es que también están enfermos.

¿Y usted cómo está?
Estaba mal, nomás que ya llevo dos meses que ya camino.

¿Qué le pasó, no caminaba?
No, pues yo no tengo enfermedad, nomás que me atropelló un carro allá en Orizaba. Luego me espanté porque me llevé un golpe muy doloroso y de eso quedé mal. Pos no me atendí. Esperaba yo a mi hija pero no pudo venir. Tuve que ir a verla, pero dije 'cómo la voy a encontrar, también enferma, así no puede verme'. Y por ahí, me he ayudado o me han ayudado con vitaminas, porque no tengo enfermedad sino que es pura debilidad, que me bota... Apenas llevo dos meses que ya hago mi comida, salgo a caminar, pero no tenía yo fuerzas, sentía caerme.

Me ha invitado a entrar a su casa, que no sé donde empieza ni donde termina, porque está tan destartalada que se confunde con la tierra, con las plantas, con las piedras, con el color del fierro de las vías del tren. Y también con las plásticas que ha colocado para protegerse, quizás del color del cielo, que con su luz se cuela por donde quiere, ya que hay huecos por todas partes.

Hay un perro y una perra aquí dentro. Y otro pero afuera con mucho pelo, que se llama Pachón.

¿Cómo llegó Pachón?
El Pachón ya tiene como unos cinco años. Me imagino que era de por acá abajo de un vecino, pero como no le daban de comer y estaba amarrado, se vino... Estaba tan delgado que lo desconocieron los demás perros.

¿Cómo se llama? (Le digo señalando a la perra que está frente al perro que está amarrado y tirado en el suelo).
Yo le digo Pinta. Tiene como un año.

¿Y qué le pasó a ella?
Pues la vinieron a perder por aquí. Apenas vino. Pobre perra, subía y bajaba, quién sabe de por dónde la trajeron. No sabía dónde refujiarse y como siguió a los demás...

¿Y él se llama?
Cocoyol. Me lo regalaron. Como dos años que está conmigo, los que eran sus dueños eran de allá dentro pero lo regalaron... Él se pone muy enojado. Le gusta correr mucho, por eso lo tengo amarrado. Y se pelea. Lo vaya a matar el tren. Lo tengo amarrado.

"Me han matado perros. Eran hasta once perros. Todos alojados ya grandes, porque no están criados aquí. Las perras también, por no mantenerlas las botan, y aquí se han propagado. Los ha matado el tren. Les han dado veneno. Acá vinieron dos perros bonitos, de los orejones, de los chinos, les dieron veneno..."

¿Por qué alguien querría matarlos?
No creo. Era veneno para ratas y ellos se lo comieron. Bueno, alguien sí los ha matado, pero no con veneno. Mis perras estaban dos para dar a luz y las mataron a pedradas. Aquí hay un vecino que mandaba a sus niños a que las apedreara. Les tiraban unas pedradas enormes.

¿Los niños?
Pos sí, pobrecitas, cargadas, se murieron.

¿Por qué hacían eso?
Por enojo. Yo creo que el vecino no me quería, o quien sabe. Los mandaban a los niños. Yo los veía. Niños de 8, 9 y 12 años. Yo veía. Les decía yo que no lo hicieran, la cosa es que pos ellos no me entendían. Y como yo iba a traer agua, pos cuando venía, ya les habían pegado. Varias veces. Las mataron. Cómo van a aguantar.

¿Tuvo once perros juntos?
Juntos. Sí. Pos los veo abandonados y les doy de comer.

¿Por qué se están peleando?
Es que la quiere molestar a ella. Y esa perra está cargada y ya no tarda en tener perros. Jejeje, pero ella lo quiere porque él le expulga. Jajaja.

¿Y a usted no le pasan las pulgas?
Pos no las siento.

Ladran. Paran las orejas. Se ponen todos alertas cuando alguien camina cerca a la casa.

"Están ellos cuidándome. A veces salgo, aunque no tengo que me lleven, sólo algunos fierritos, pero cosa grande no. Nada de aparatos. Jajaja. Si ni luz tengo".

Me estaba contando cómo llegó Pachón...
El Pachón llegó así porque lo tenían amarrado y llegaron a soltarlo. Se vino. Los perros también huelen, huelen a dónde hay comida. Entonces un recipiente que dejaron los demás él lo vino a comer y ya se quedó.

¿Recuerda de manera especial a algún otro perro?
Aquí una vecina tenía un perro. Y como veía que les daba de comer, pos ya se vino también y se quedó aquí. Me lo mataron a mi perro. Le hecho la culpa también a ese vecino, por no quererlo. Y él no mordía pero me lo mataron. Él siempre velaba allí en la carretera. Media hora como un soldado estaba ladrando, pero no mordía. Me lo mataron. Ése sí me lo mataron, porque mire usted, le dieron de cuchilladas acá por el corazón y luego le metieron un fierro aquí por el oído. Estaba bien gordo mi perro y lo mataron.

¿Y por qué le hicieron todo eso?
Bueno, yo creo... no sé. No hacía nada. No mordía. O a la mejor les estorbaba; aveces gente se quiere meter a buscar algo y a la mejor alguien le hizo eso. Porque como estaba cuidando.

Pero esa maldad...
Y de cuchilladas aquí (señala el pecho) aguantó mi perro. Estaba gordo. Aquí aguantó los piquetes, los piquetes, todavía vivió, pero éste, (señala la cabeza) ya no. Aguantó una.

¿El fierro en la cabeza fue después?
Fue después. No junto. Le metieron las cuchilladas y aguantó. Todavía vivía. Tanto que hasta lo lavé. Lo vi y entró a casa muy sarandoso, como que ya se compuso, pero, se entró a morir por ahí, a apoyarse de algo, quedó muerto. Estaba bien gordo mi perro. Y por ese fierro que le metieron por el oído...

"Pensar que hay un Dios que nos ve. No importa que uno se imagine lo que sea. Pero del de arriba, de ése no nos escapamos. Él está viendo todo. Nos está viendo a todos y cuántos semos, cuántas naciones y grandes."

¿Usted cree en Dios?
Claro. Y por eso acepto estar como estoy porque, digo, a la mejor si yo tuviera comodidades, no me faltara nada, tal vez ni lo conociera o no tendría tanto creer en él. Yo acepto estar como estoy. En mi juventud yo tuve oportunidad de estar mejor, de no estar como estoy. Había un señor, porque yo sufría mucho con mi primer esposo; y él me ofrecía tenerme en buenas condiciones, comprarme un terrenito, hacerme mi casita más o menos bien, estar pues bien y no le acepté.

¿Por qué no aceptó?
Yo me hice pensamientos que a lo mejor no hubiera sido. Hice pensamiento de que en una casa buena pues nada más estamos adentro. Yo desde entonces prefiero estar así libre. Mis hijos viven bien. Tienen buenas condiciones, muebles, casa, bueno, tienen todo. Me llaman a vivir con ellos. Yo no quiero.

¿Por qué?
Por eso, por el mismo capricho de que no quiero estar encerrada. Ahí uno nada más está encerrado.

¿Acá se siente libre?
Yo me siento libre. Salgo para allá, salgo para acá, me voy a la calle, me voy con mis amistades.

¿No se siente sola?
No. Porque tengo la fe que Dios está conmigo. Me siento protegida por él, por eso no siento ningún miedo. Si yo a los vecinos no le hago nada, no le falto en nada, no les estoy perjudicando, pues tampoco me perjudican. Claro también me están mirando.

Sólo haría falta que esté en unas buenas condiciones su casita...
Sí. Ahorita lo que me haría falta es madera...

Me decía que siempre ladraba el perro que era como soldado...
Sí, al ratito a la media hora echaba otro ladrido. Hasta al amanecer se quitaba de ahí. Era mi compañía. Le confiaba yo a él.

Hablaba con él.
Pos sí. Yo hablo con los animalitos. Ellos me oyen. No me contestan pero me oyen. A veces peleo con ellos, a veces estamos riéndonos. Ahí yo me doy alegría con ellos. Jajaja. A veces hasta bailamos. Tenía yo una perra, se llamaba Duquesa, ya estaba por mitad de embarazo la perrita. Ella me divertía. Le hablaba yo de música, para que bailara y la perrita movía las cuatro patitas y bien que soltaba la cadera. ¡Pero la soltaba de una manera!, y la hacía de allá y pa acá, y movía sus patitas. O aveces acá junto ponían música y ella bailaba. Pero me la mató el tren... Jajaja (la ve bailando, la recuerda en la cabeza, se ríe y luego entristece)... Ahí en el tren, porque me siguió, no alcanzó a salir del puente y ahí la agarró. La cortó por la mitad. Yo llegaba y ella venía a encontrarme. Esos no (señala a los perros). Esos son tiesos. Jajaja. Sí les gusta. Les hago así con las palmas (aplaude) y el Pachón, a él le gusta que le agarre uno de las manos y lo baile, pero él no baila.

¿Si ve un perro perdido lo trae a vivir con usted?
Pues se arrima con los demás.


septiembre 30, 2009

El señor de los lenguajes




El hombre que le dio una lengua a su ciudad. Una vida llena de aventuras. Una persona generosa a la que da gusto escuchar. A estas alturas, el abuelo que todos quieren tener, lleno de historias para contar...

Entrevista a Luis Sáinz López-Negrete publicada en diario El Mundo de Córdoba el domingo 6 de septiembre de 2009.

El señor de los lenguajes

Fredy Fernando Ruiz Condori
El Mundo de Córdoba


La vida de don Luis se dibuja en sus ojos. Tienen un color azul claro, que viéndolos de muy cerca asemeja un mar en movimiento. Viajó por 53 países y llegó a dominar ocho idiomas. Sobrevivió a los peligros de una guerra que le arrebató a uno de los seres que más quiso en este mundo, su abuelo. Preciso y puntual, amante de las matemáticas, creó mediante cálculos genéticos una raza de gallinas que ganó concursos internacionales para México. Quiere mucho a su ciudad y para ella regaló uno de los edificios más importantes que hoy alberga la biblioteca, el museo y la Casa de la Cultura. Y tanto la estima que ha dicho de ella Kodobo soni mu suni lige kapito de dise kubineso (Córdoba será muy pronto capital lingüística de este universo). Palabras del idioma que él inventó y que representa uno de los puntales de su vida, el lusane. Por él se aventuró en el mundo y hasta hoy trata de difundirlo con su débil voz y sus ojos claros, que, a sus 87 años, se le han cubierto de unas cejas de hilachos largos y blancos.

Tiene suerte. Dos veces se ha ganado la lotería. Hoy que se realiza esta entrevista en la biblioteca que lleva su nombre, se detiene en el umbral de la puerta. Una señora lo aborda para venderle un billete. Compra uno y pide que tenga el número seis al final.

¿Cómo fue la primera vez que ganó la lotería?
Tenía 18 años. Iba a cenar al hotel La Troya y una mujer que vendía me dijo “me quedan éstos, ya no les he vendido, cómpremelos”. Yo no tenía en el bolsillo más que un peso y diez centavos. Y le compré dos pedacitos de 50 centavos. Al día siguiente venía en el periódico “Cayó el gordo en Córdoba”. Eran 2 mil 219 pesos 44 centavos. Los 219 con 44 los empleé en comprar un reloj y darle un regalo a la que me vendió la lotería.

¿Y el resto?
Me compré la Enciclopedia Británica. Cuando llegaron los libros a casa mi tío me dijo: “¡Mil pesos en libros, tú estás loco!, eso en café o en ajonjolí hubiera dejado mucho más”. Esa enciclopedia se quedó aquí en la biblioteca años después.

¿Qué recuerdos tiene de este edificio, El portal de la gloria?
Aquí había un banco y luego un restaurante, pero duró muy poco. Después, cuando se cumplieron 150 años de los Tratados de Córdoba fui yo en nombre de mi padre y de mi abuelo que doné este edificio a la ciudad.

¿Cómo era la ciudad cuando usted era un niño?
Cuando yo nací Córdoba tenía 8 mil 500 habitantes e incluía Fortín. No había ningún coche. Teníamos el tranvía de mulitas. Había vías en la calle. Cada vagón lo llevaba una mulita. A mí me tocó varias veces ir en esos tranvías con mi abuelo y a veces con mi padre, desde la casa en la que vivíamos hasta la estación.

A los cuatro años de edad se fue a España.
Cuando llegué allá estaba la monarquía de Alfonso XIII, la religión oficial era el catolicismo. Para estudiar los niños tenían que ir a escuela de curas y las niñas a escuela de monjas. A nosotros los mexicanos nos hacían oír varias misas de rodillas, porque era tiempo de la Guerra Cristera acá en México. Querían que inspiráramos a nuestros gobernantes a que no persiguieran a la religión católica.

¿Cuántas misas tenía que oír?
Tres o cuatro misas al día.

¿Cómo decide estudiar Ingeniería de Puertos?
Eso y al mismo tiempo Ciencias Físicas y Químicas. Ambas carreras tenían muchas asignaturas en común. Cuando tenía que escoger vi que era la materia más difícil, tenía mucho de matemáticas, eso me interesaba.

¿Tenía planes y objetivos en ese tiempo?
Yo era muy curioso, quería ver los diferentes países del mundo. A ver cómo era en realidad y no como le decían a uno por escrito, cada quien daba su opinión.

Pero luego se inicia La guerra civil española.
Eso fue terrible. Además estábamos a ocho kilómetros de combate. A cada rato había bombardeos, caían bombas por aquí y por allá.

¿Muy cerca de usted?
Caían en el mismo lugar en el que estaba uno. Había refugios. Por cierto, llegamos a la conclusión de que para quedar mejor de los bombardeos no había que ir a los refugios. Porque una vez cayó una bomba a la entrada de uno de ellos y murieron todos los que estaban adentro, se asfixiaron por falta de aire. Entonces adopté el sistema de abrir todas las ventanas y tirarme debajo de una cama.

¿Hizo eso?
Varias veces. Estábamos siempre en peligro. Por los bombardeos y también porque si uno decía algo que no le gustaba a los burros franquistas, te fusilaban.

Con esto de la guerra pasa algo terrible, la muerte de su abuelo. ¿Usted vio ese hecho?
Sí. Vinieron unos del batallón de la muerte en la noche haciendo disparos. Mi abuelo y yo cuando oímos mucho ruido, en la madrugada del 6 de octubre de 1936, nos asomamos a ver qué pasaba, y vimos que mataban al que vivía en frente de la casa. Entonces mi abuelo gritó: “Pero por qué matáis a ese hombre, de qué se le acusa, yo le conozco, es muy buena gente”. El de ametralladora volteó, mi abuelo sólo me dio un manotazo y me tiró al suelo, me salvó la vida. Entré corriendo a la casa. “Estos desgraciados van a entrar aquí, van a tirar la puerta y también van a matarme”, pensé. Franco asesinaba muchos españoles pero a veces se cuidaba de los extranjeros. Busqué mi acta de nacimiento de Córdoba. Cuando entraron uno de ellos dijo a otro: “Aquel nos vio, ¿le tiramos también?”. Yo enseñé mis papeles. “Si me matáis a mí, se acabó Franco. Porque yo soy ciudadano extranjero. Mi país tiene alianza con todos los países de América, incluyendo Estados Unidos y Canadá.” Aquel leyó y preguntó: “¿Lo liquidamos?” El sargento que dirigía eso dijo “no, no vaya a ser que sea verdad y nos fusila Franco”. Se llevaron el cadáver de mi abuelo y saquearon la casa.

Tiene un mal recuerdo de Franco y la guerra.
Sí, claro, le conocí de muy cerca. Era el peor de los tiranos del siglo XX, porque a lado de él Hitler y Stalin, que habían sido bastante crueles, eran unos angelitos.

¿Cuando regresa a México cuál es su impresión?
Vine en un barco alemán al puerto. En aquel tiempo no había carretera de Veracruz a Córdoba. Vinimos en tren, cuando funcionaba muy bien. Estaba muy contento porque todo esto comparado con la España de Franco estaba muy bien. Lo que me llamó la atención fue que los españoles de aquí eran muy franquistas. Me regañaban mis tíos si hablaba la verdad. Aquí Franco tenía sus espías. A uno que habló mal de él mataron a su familia allá en España.

¿Cuándo empieza a trabajar en el lusane?
Esperé hasta los 40 años para empezar a viajar por el mundo. Esa era la preocupación de mi madre y mi abuelo materno: hacía falta un idioma universal. Ellos aprendieron esperanto y estuvieron dando clases de ese idioma en Xalapa cuando vivían allá. Yo, en recuerdo de ellos, me dije que había que hacer las cosas que a ellos les gustaría y que no pudieron. El esperanto tenía un problema. Por escrito se entendían todos, pero a la hora de hablar no.

¿Cuánto tiempo le llevó terminar el idioma que creó, lusane?
Cuando lo terminé tenía 53 años. Lo iba a publicar en México, pero aquí me daban como seis meses el permiso y en Brasilia en 27 días ya estaba listo. Fui a Brasil porque era la semana mexicana allá. Había varios mexicanos entre ellos el Presidente de la República, Luis Echeverría Álvarez. Le entregué a él y al Presidente de Brasil el libro. Al día siguiente salió en el periódico de ese país: “Brasilia, la ciudad del futuro es la cuna del idioma del futuro, lusane”.

¿Cuántas personas cree que hablen lusane?
Pues ahora no sé. Vino por aquí un holandés que estuvo en una reunión de la Comunidad Europea, dijo que estaban peleando entre el francés y el inglés como idioma auxiliar, y que allí se presentó mi libro. Luego me dijo este hombre “las cosas buenas que hace uno, generalmente las toman en cuenta después de que se muere”. Entonces convertiremos a Córdoba en la capital lingüística del país para que yo me muera.

¿Le gustaría dar clases de lusane ahora?
Me cuesta dar clases, antes las daba muy fácilmente y de manera gratuita. Me gustaría tomar a alguna persona que conozca del idioma para que lo haga. Existe otro problema, faltan los recursos económicos. Y en estos últimos tiempos ya se me han olvidado las cosas. Vi lo mismo con mi padre cuando él tenía 85 años. Relataba con mucha exactitud lo que le pasaba cuando era un jovenzuelo, pero ya no se acordaba de lo poco anterior. A mí me pasa a veces una cosa parecida. Lo reciente se va.

¿Cómo es un día común en su vida?
Bueno, ahora ya no puedo hacer muchas cosas.

¿Qué le gusta hacer?
Me gusta ver los extraterrestres los domingos de seis a ocho en la televisión. Siempre las cosas más fantásticas es lo que más me llama la atención. Me gusta la música clásica. Me ayudó mientras estaba inventando palabras del idioma. Siempre tenía un disco cerca.

Escribió sobres unos sueños para cambiar el mundo, ¿realmente los tuvo?
Ideas que tenía. Las pensaba en la noche. Ahora muchas cosas se me olvidan.

Sin embargo es muy preciso para recordar fechas.
Ahora ya no recuerdo con la misma exactitud que antes. Tenía fechas y horas.

¿Cómo así esa predilección por la exactitud?
Dicen que era yo un maniático que tenía que tenerlo todo exacto. Además era muy puntual para llegar a algún lugar. Ya los años no me permiten hacerlo.

¿Sueña, don Luis?
A veces llego a soñar algo.

¿Cuál es el último sueño que recuerda?
Cuando llegaba al continente Padiso(1) y ahí estaban muchas de las personas que conocía, parientes y amigos que siempre se portaron bien, o sea los malos no estaban ahí.

(1).-Padiso es una palabra lusane y significa “paraíso”. Don Luis escribió sobre sus sueños y en ellos viaja a este lugar donde reina la justicia y la felicidad. Se puede encontrar estos documentos en la biblioteca Luis Sáinz López-Negrete al igual que el libro “Lusane” y un diccionario lusane para aprender el idioma.


Le nobe kunibese ligo lusane sona mu facile
(La nueva lengua universal lusane es muy fácil)



Aprenda lusane

El alfabeto lusane consta de 17 letras. Doce consonantes (b,c,d,f,g,k,l,m,n,p,s,t) y cinco vocales (a,e,i,o,u). El adjetivo no tiene género ni número y se forma añadiendo la letra “e” a la raiz. De la misma forma para formar el sustantivo se añade la “o”, para el verbo la “u” y para el adverbio “ete”. La negación se hace agregando el prefijo “ni”. Por ejemplo, facile es “fácil”, facilo es “facilidad” y facilu “facilitar”. Nifacilo significa dificultad. Sólo existe un artículo “le”. La conjugación de los verbos es muy simple, sólo cambia la vocal final en los diferentes tiempos. El presente termina en “a”, el pasado en “e”, el futuro en “i”, el condicional en “o”, el infinitivo e imperativo en “u”; el gerundio se forma añadiendo la sílaba “ge” y el participio pasado con la sílaba “te”. No existe acento ortográfico y el fonético recae siempre en la última sílaba. El lusane se pronuncia tal como se escribe.



Fotos del archivo de la familia Sáinz y diario El Mundo de Córdoba.

septiembre 25, 2009

Nos fuimos a la Feria

Viajé de noche hacia la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU) 2009 en la ciudad de Xalapa, Veracruz. Me separaban apenas unas tres horas, pero el viaje se hizo largo porque fue acompañado de una intensa tormenta eléctrica a la que estaba pegado como un molusco o chicle de ocasión a la ventana del autobus. La descarga iluminaba por un segundo el paisaje y yo jugaba a captar los mayores detalles posibles que emergían en la oscuridad. Fue un momento diferente. Agradable.

Ya en la Feria lo primero que llamó mi atención fue observar la buena cantidad de público frente a los libros. Un comentario aparte (otro post) para la Colección Biblioteca del Universitario (de la Universidad Veracruzana), que a un precio económico ha editado grandes títulos, como "El origen de la especies" de Charles Darwin. De hecho el primer día que me aparecí por ahí ese libro, a sólo 25 pesos, ya estaba agotado.

(Presentación del libro Las dos Fridas de Mario Bellatín)
Otras editoriales también ofrecían variedad, y de entre ello pude adquirir una novedad como la trilogía Millennium (que ahora entretiene mis días) de Stieg Larsson; un par de libros sobre correspondencia de Alfonso Reyes, que me entusiasmó sobremanera; y hasta una reciente publicación, "Acteal, crimen de estado" del periodista Hermann Bellinghausen, que por cierto se presentó en la Feria con auditorio lleno y un público atento.

Precisamente las presentaciones de libros, talleres y conferencias eran otro atractivo de la Feria. Me metí como pude (todos los asientos estaban ocupados, la gente parada a los costados y yo en el suelo junto a otras personas) a la Mesa redonda: Charles Darwin, política y sociedad. Quizás para los próximos años los organizadores puedan acondicionar unos espacios más amplios.

Mucho público joven. Aunque por cierto: En el Foro al aire libre, al costado de los lagos de Xalapa, se realizó un encuentro con José Emilio Pacheco. Mi primera reacción fue de sorpresa: ¡A tanta gente le gusta la poesía! Era para no creerlo: unas, no sé, 300 personas apretujadas hasta donde alcanzara la capacidad de recepción y más. Pacheco entró dando saludos, flanqueado, y levantando aplausos pasada las siete de la noche. Y claro, luego me di cuenta de la trampa de tanta convocatoria. Algunos estudiantes tenían grabadoras, hacían apuntes en cuadernos y hasta grababan en video. ¡Vaya! Pero sus malditos rostros, sus cabezas pequeñas estaban mirando a otro lado, viendo si ya aparecía su novio, o consultando el celular, vamos, en otro punto del planeta que no era éste, junto al poeta. Los detesté porque José Emilio Pacheco estuvo formidable. Inteligente, jocoso, reflexivo y provocador. Era un lujo estar frente a él. Y claro debí detestar más al profesor, educador, que les encargó el trabajo a estos adolescentes. Qué desatino el encomendarles la literatura como una exigencia, un deber. Eso siempre ha fallado. Siendo justos, supongo que no todos los estudiantes asistieran con tan repulsivo desinterés; y este público ajeno no debía representar más del 10 o 15 por ciento. Espero.

Llovía intensamente. En algunas de las conferencias el suelo se empezaba a cubrir de agua. Había goteras. Supongo que se previó tales sucesos, pero no fue lo necesario. Uno de los espacios de cierta editorial tuvo tal filtración de agua que ¡los libros se mojaron! Luego lucían doblados, encogidos. Por cierto uno de éstos era una reflexión sobre el trabajo de Wittgenstein: ¿cuándo vas a leer el Tractatus?

(Público esperando a una presentación mientras el agua de la lluvia se iba metiendo por los costados, por el suelo. Todo junto a Los lagos de Xalapa)
Por lo que pude escuchar la venta fue favorable. Casi hasta el cierre la gente seguía buscando, husmeando y descubriendo libros.

De regreso, otra vez en el autobus, de madrugada leí el boletín Corre, Lee y Dile. Una entrevista interesante de Germán Martínez Aceves al doctor Antonio Lazcano Araujo sobre ciencia, el origen de la vida y Darwin, entre otros artículos. Tenía yo un ánimo ancho, con los libros que me llevaba a casa, de que leer está de moda. Quizás no sea cierto, pero es aquí donde las convicciones propias las puede uno disfrutar completamente solo. Ni hablar.

Más allá de algunos reclamos mínimos la FILU 2009 estuvo bien. Felicidades y que siga creciendo.

septiembre 10, 2009

Detrás de lo expuesto



Estoy solo en la sala. Camino con libertad delante de todas las fotografías que conforman la exposición. El techo es alto porque, según me parece, forma parte de una iglesia antigua que se encuentra al costado. No hay apuro, le tomo especial dedicación a los detalles, dejo que me sugieran imágenes más allá de las aquí se han plasmado, y me interrogo si es la misma mirada que ha impregnado a cada uno de los autores. Y luego ocurre lo mejor, porque detrás de una lámina de madera que sostiene parte de la exposición hay una puerta, una entrada para ser más precisos, una entrada hacia algo oscuro. ¿Será que me asomo?

Antes de que existieran los cementerios en los países de América Latina se tenía la costumbre de enterrar a sus muertos en las profundidades de las iglesias, debajo de las oraciones y los invocadores susurros celestiales descansaban las almas y sus huesos. Si los muertos tenían una reconocida posición social entonces se les acondicionaba en criptas especiales, si por otra parte correspondían a lo que sería el pueblo, el populacho, se les regaba en fosas comunes, todos amontonados. ¿Será que me asomo?

Otros lugares para enterrar seres ya idos eran los hospitales. Imagino un patio lleno de lápidas. No por cierto una vista agradable para la ventana de un enfermo. ¡Me lanzo de una vez, ya acabemos con este martirio! Y las enfermeras y los doctores, al ver tu cuerpo quebrado del golpe, te daban unos empujones, una arrimada, y ahí mero caías en el hueco que ya te había sido asignado. ¿Será que me asomo?

La excitación dice que sí. Me recuerda a esos pasadizos de las catacumbas (debajo de las iglesias) que han sido bloqueados. Esas señales que te indican no avanzar, que no hay paso, que está restringido. Y uno, quizás porque era un niño, o porque pretende ser partícipe de las normas, obedece. No avanza. Y te quedas con la intriga de ¡qué habrá allí! ¿¡Qué me esconden!? Y luego ensueñas con ello, imaginas tumbas polvorientas, telarañas centenarias, libros humedecidos...

Pero ahora estaba solo. No había nadie que lo prohibiera y no pensaba perderme esta oportunidad de ir detrás de lo expuesto. Detrás de lo que ellos quieren que vea. Avanzo. Hay una luz encendida, una bombilla que está colgando, pero no ilumina lo suficiente como para alcanzar a todos los rincones del lugar. Hay algunos muebles viejos rejuntados y tuberías y escaleras inversas. No se parece en nada a un gran tesoro, ni siquiera a un mausoleo discreto, todo asoma reducirse a este espacio, no hay un más allá... es como un sótano, un agujero subterráneo... ¿necesito una pala, un pico? Más, más, más... Quizás sea demasiada impertinencia. Salgo de allí.

Voy a husmear otra cosa que me llama la atención: el libro de visitas. Leo los comentarios, paso las páginas atrás, rastreo la letra de esos espíritus, la manifestación de sus ánimos: ¿ésta es también una especie de profanación?


septiembre 02, 2009

"Habla con Dios"


Minutos antes había evaluado si es que llovería o no. Me quedé perdido en un cuadro. Y le pregunté a ella qué era lo que veía ahí. No sé qué es, debe ser como algo abstracto, me dijo. Luego caminamos un buen tramo y nos despedimos. Un gran abismo, eso me había parecido. La noche debería quedar así, pero cuando estaba llegando a la próxima esquina vi al hombre de una moto volar.

Apuré el paso. Un instinto de solidaridad. Otras personas que lo vieron también se apresuraron a alcanzarlo donde había quedado tirado. Una pierna estirada, la otra media doblada. No se movía. Había visto que cuando él cruzó el semáforo lo hizo en verde, quien le pegó se había pasado el alto. ¿Cuál es la placa del coche? No era auto, se trataba de otra moto. Vi entonces las dos motocicletas tiradas, y al otro hombre intentar ponerse en pie. Me concentré en el que tenía frente a mí.

¿Respira? No traía casco de seguridad. Ya le salía una línea gruesa de sangre detrás de la nuca. Una mujer le decía: "Pide a Dios por tu vida". "Habla con Dios". "Pídele por tu vida". Alguien llamó a los de la Cruz Roja. Tenían su central a unas cuadras, así que no debían demorar. Más personas se acercaban. Los coches y buses que esperaban cruzar la calle se habían detenido sin poder avanzar, el hombre estaba desparramado en medio. Voltearon a su izquierda, como se lo indicaba un oficial de tránsito que también había ya llegado.

¿Cómo te llamas? No respondía. Era un hombre gordo, de vestimenta sencilla, unos 36 años. "Sí respira, trae algodón con algo de alcohol", le dijo alguien a otro. La señora que lo había encomendado a Dios, ahora le hacía la señal de la cruz sobre el pecho, como si ya estuviera muerto. Cada vez había más gente alrededor. Algunas sólo miraban desde lejos. Conversaban a media voz entre ellos. Incluso percibí algunas sonrisas entre chavos, algún chiste idiota seguramente. Le pasaron el algodón por la nariz.

La Cruz Roja llegó. Le levantaron la cabeza, la aseguraron en una especie de collarín. Lo subieron a una camilla. "Amigo, ¿cómo te llamas?", le preguntó el joven paramédico. No respondía. Abrió los ojos. Cuando le estaban sujetando con la correas para que esté inmóvil, intentó pararse. No te muevas, le dijeron en más de una ocasión. Ayudé a que lo pudieran subir a otra camilla con ruedas. Sujeté su costado izquierdo. Le toqué la mano. Estaba caliente: "Te vas a poner bien". Lo metieron a la ambulancia. Igual que al otro herido que se pasó la luz roja. Los dos iban juntos.

Olía a gasolina. Ya no tenía nada más que hacer ahí.

agosto 28, 2009

Héroes con cola



Me encontré con esta fotografía que tomé hace un tiempo para un reportaje. Es un perro entrenado para ayudar a ciegos. Le digo a alguien que tengo a mi lado: ¿Qué te parece? Se ve muy tierno, me comenta. ¿Tierno?, yo lo veo profundamente triste, le reclamo. Sigo analizándolo. Por cierto he aquí parte de la publicación al respecto.


Publicado el domingo 26 de octubre de 2008 en diario El Mundo, edición En Domingo (Córdoba, Orizaba y Tehuacán).
Héroes con cola

Fredy Ruiz Condori
El Mundo de Córdoba

Ciudad de México.– ¿Cómo sueña alguien que no puede ver? Silvia Lozada Badillo perdió la vista a los tres años de edad a causa de una enfermedad viral que afectó sus córneas. En su casa no tenían los recursos económicos suficientes para enfrentar la discapacidad, pero les alcanzó, junto al esfuerzo de ella, para cumplir algunos de sus sueños. Consiguió un perro guía para tener una mejor calidad de vida y fundó en 1997 la primera y única escuela de perros guía para ciegos en Latinoamérica.

Su amiga Rita Martínez, en la preparatoria, fue la que por primera vez le habló de uno de estos perros. Silvia se puso como meta conseguir uno. Sólo que en México a inicios de los 80s no había nadie que los ofreciera y no se sabía dónde conseguirlos en el extranjero. No había internet como ahora. Ayudada por sus compañeros de clase y su profesor lograron encontrar el dato: la escuela "Leader dogs for the blind" en Michigan, Estados Unidos.

Silvia los contactó y logró viajar para obtener su primera perra, Duches. Cuando regresó a México DF con ella tuvo que darle una capacitación extra para una ciudad tan caótica, porque la perra no esperaba un trabajo en tales condiciones, calles con agujeros o, lo peor, la falta de cultura de la gente. Pero lograron superarlo. Fue entonces que Silvia, quien ahora es también abogada, pues estudió leyes, decidió que podía ayudar a otros mexicanos invidentes y darles la misma libertad que ella estaba experimentando con Duches.

La escuela que soñó
Silvia se contacto con escuelas del extranjero para recibir apoyo técnico y con instituciones nacionales para reunir al equipo humano necesario junto a la infraestructura adecuada. La "Escuela de perros guía para ciegos I.A.P" ya ha donado 66 apoyos para discapacitados visuales en todo el país. Y quieren seguir ayudando.

Ellos reciben al año alrededor de 50 solicitudes pero sólo pueden graduar a diez perros. La dificultad se hace mayor cuando, como indica Silvia Lozada, unas 13 mil personas en el país serían las idóneas para adquirir un perro guía. Todavía no pueden cubrirlo. Sobreviven de donaciones y de lo generado por los servicios que brindan en la escuela, como veterinaria, estética canina y programas de rehabilitación.

Los que quieren un perro guía tienen que cumplir con requisitos rigurosos pues se trata de mucha responsabilidad. Si son aceptados pasan 28 días en la escuela para recibir un curso de capacitación. No se realiza ningún pago por el perro excepto la estadía de esos días en la escuela.

El camino ha sido largo, pero cuando uno se pone una meta y trabaja duro en cumplirla, no hace falta ver para poder disfrutar de lo que algún día se soñó. Ahora Silvia Lozada tiene a Hope, una labrador hembra de seis años, que la lleva por los pasillos de la Escuela y por el asfalto de las calles. Para el año año 2010 tiene como meta poder donar 30 perros al año. Treinta canes que son, literalmente, héroes con cola.






agosto 26, 2009

El efecto botón



Necesitaba pegar un botón a una camisa. Sólo que no encontraba una tienda donde vendieran una aguja. ¿Dónde compra uno ese tipo de cosas? Entré a una farmacia que además vendía regalos, y algunos otros objetos variados. Aquí podrían vender una aguja, me dije. nada pierdo con preguntar. Entré.

–Disculpe, ¿vende agujas?
–¿Agujas para qué?
–Ahh... quiero coser un botón de camisa.
–No, esas no tengo.

Camino por la avenida once me topé con una puerta que lucía trajes cubiertos por plásticas. Busqué por todas partes un letrero para saber de qué trataba el lugar. Como ya estaba en el umbral, y con el impulso del paso que me llevaba, pasé hasta estar frente a una señorita que estaba sentada a la cual hice la misma pregunta de las agujas. Sonrió y movió la cabeza como indicando que ahí no vendían lo que buscaba. Pero agregó lo siguiente, como si se le acabara de ocurrir una muy buena idea y esperara una respuesta favorable de mi parte a su gran plan:

–¿Cuántas quieres?, dijo poniéndose de pie.
–Oh, sólo una–, manifesté con simplicidad.

Sacó una aguja de un cajón y además me preguntó si también quería hilo. Sí, por favor, le indiqué. ¿De qué color? Blanco. Ya estaba tirando de un tubo que lo envolvía. ¿Mucho? No, no, esa cantidad está bien. Es para pegar un botón de una camisa, nada más. ¿También quieres un botón?... pero sólo tengo blanco y azul ¡No, no!, el botón sí lo tengo, gracias, sólo quiero la aguja y el hilo. Mientras ella terminaba de enrollar todo en un pedazo de papel cartón, pensaba en cómo es que aprendí a coser el botón de una camisa. ¿Fue mamá? No creo recordarlo con exactitud. Finalmente atravesó la aguja en el hilo y me los extendió con otra sonrisa.

–¿Cuánto es?
–No, no es nada.
–¿En serio?...
–Sí, ya sabes, cuando se puede, con mucho gusto.

Estaba tan agradecido que inmediatamente se me ocurrió preguntar:

–¿Qué hacen aquí...? ¿Es una costurería?
–No, aquí sólo vendemos vestidos.

Viendo que no podía comprar nada para mí, me despedí agradeciendo otra vez el agradable gesto. Y ella seguía sonriendo y me deseaba además que pasara un buen día. ¡Un buen día!

No puedo dejar de pensar que este tipo de personas cambian el mundo. Su generosidad y amabilidad, y no sólo ellas, sino el tremendo entusiasmo con que las practican, hacen de éste un lugar mejor. Si alguien estimó que el sólo revoloteo de una mariposa puede causar un huracán en otra parte del mundo; podría decirse lo mismo de este tipo de actitudes humanas. Quizás una aguja y un pedazo de hilo no valgan mucho económicamente; pero es ése leve revoloteo que provoca torbellinos de, cómo llamarlo, bondad, quizás... Por otra parte hay demasiada mierda. Aniquiladora de esos torrentes.

Me he sentado a coser el botón. Hay que pasar primero el hilo por la aguja. Mojar la punta si es necesario. Introducirlo. Acertar. Igualar los extremos del hilo que, juntos, ambos, se enlazarán sobre el dedo índice, para que el pulgar se deslice sobre aquel y finalmente soltar y jalar con ambos dedos hasta conseguir una bolita al extremo: ¡Un nudo! Lo demás no resulta muy complicado: meter y sacar y volver a meter y sacar por los cuatro agujeros del botón. Otro tipo de nudo. Fin.

Y sí debería funcionar. Vamos a reducirlo a esto: A sonríe a B. B, que se siente favorecido por A, sonríe a C. C estaba pasando por un mal momento con D. Por cierto D estaba a punto de cometer una tontería que le arruinaría la vida por completo. C, contagiado, decide sonreir con D, que da marcha atrás en su determinación. C compra un helado de doble bola. ¡E vendía helados!...

agosto 12, 2009

Anotaciones mínimas



¿Por qué?


Durante años me he jactado de conservar a los libros sin anotaciones de ningún tipo sobre sus páginas. Inmaculados. Casi he mirado con cierto desdén a quienes le hacen algún tipo de inscripción. Yo no.

Y ¿por qué?: ¿desde cuándo he adquirido esa costumbre, y qué tan firmes son las razones que la sustentan?... Pensaba quizás:

-No puedo atacar a los libros. Tienen un valor como objeto en sí. Más allá del contenido: su tamaño, su grosor, su textura, ¡ah, su olor!... su olor... su olor... Tengo que conservarlos con la delicadeza de tesoros que he ido conquistando. ¿Cómo meterles el puñal de una pluma?, ¿cómo estigmatizarlos con la tinta o el carbón?

-Supongo que alguien tendrá mis libros algún día. Cuando ya no esté. No le quiero dejar la molestia de tener que leer sobre marcas. Qué falta de amabilidad la mía.

¡Al demonio con todo esto!

Ayer cambié. He llenado de trazos azules y verdes "Una muerte muy dulce" de Simone de Beauvoir. Azul para subrayar frases y hacer comentarios al margen y verde para capturar palabras. No estoy maltratando el libro: le estoy adhiriendo mayor valor; ahora sí estoy componiendo verdaderos objetos vivos, y tendrán mi esencia, lo que yo he dejado en ellos. Quien sepa leerlos, agradecerá que les haya puesto una idea siempre generosa...

Aunque finalmente hago esto por mí. Por nadie más. Ya lo había planeado desde hace varios días atrás; compré la caja de colores en una tienda con ofertas por temporada escolar. Cuando llegué a la última página hasta me animé a realizar un dibujo: era yo echado en la cama, aferrado al mismo libro. Retrato de la posesión. ¿Alguien podría pintarme a la vez?

Luego me acosté y soñé con estas escaleras:



Relatividad, M.C. Escher

agosto 05, 2009

Honduras, es por la democracia (I)


Manuel Zelaya Rosales tiene que mantener la tensión mundial sobre el golpe de estado a Honduras*. Y es por eso que ha llamado a sus compatriotas en más de una ocasión "al derecho ciudadano" de la insurrección. En su visita a México, invitado por Felipe Calderón, matizó su pedido: un movimiento de resistencia pacífico, ha dicho. Hoy ha sido oído por grupos de hondureños, como algunos estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), que realizaban una protesta en la puerta de ese centro de estudios, haciendo bloqueos, y que fueron reprendidos por policías, donde la misma rectora de la universidad, Julieta Castellanos, fue agredida, según reportan agencias de noticias. Lo anterior a esto es ya conocido: toques de queda, violación a la libertad de expresión, enfrentamientos y heridos.

En entrevista con Carmen Aristegui, en CNN, Zelaya dice que si Estados Unidos aprieta, el golpe no dura más de cinco minutos. ¿La solución a esto pasa porque Estados Unidos sea más firme?, le pregunta la periodista. Zelaya afirma que la administración de Obama podría hacer más, pero que la salida está en la misma resistencia del pueblo hondureño.

Días atrás Manuel Zelaya caminaba a paso lento en la frontera de Honduras con Nicaragua, rodeado por sus seguidores, empujado por aquéllos que lo quieren en el poder otra vez. La prensa de todas partes del mundo estaba ahí, reportando lo que podía ser el regreso de un presidente constitucionalmente elegido y sacado a las bravuconadas por un grupo de líderes políticos hondureños que construyeron un gobierno de facto. Pero ahí estaba Zelaya, con sombrero de vaquero, paso a paso, cada vez más cerca de su país. Las cámaras se peleaban por la mejor posición. Los reporteros se acomodaban a los empujones. CNN tenía que utilizar la transmisión de Telesur, a pesar de que ellos tenían a un enviado en la zona, pero éste había sido puesto por la turba fuera de la acción. Más agitación. ¡Zelaya, ya casi! Y el presidente que ya no es presidente en todas sus funciones, pero que por consenso internacional vamos a seguir llamándolo así, como corresponde, levanta las cadenas que lo separan de su tierra. Un paso más. ¡Y ya! ¡Bravo! Los que le rodean explotan en aclamaciones. Zelaya había regresado a Honduras... Luego lo abandonaría otra vez.

Este gesto no gustó a la comunidad internacional: no hay las condiciones de un regreso pacífico, dijeron. Excepto, quizás, al enfurecido gobierno venezolano que grita por mayor firmeza (que llama despectivamente 'Goriletti' al presidente hondureño autoimpuesto, Micheletti. Algo que es un poco gracioso, viniendo de quién ha mostrado despotismo y represión para los que no se alinean a su pensamiento, que no se condice en nada con prácticas democráticas, y que se parece más al imperio de un primate que se hace obedecer a los golpes. Chávez insultando a Micheletti. Mmm).

Los golpistas quieren soportarlo todo hasta las próximas elecciones de noviembre en el país centroamericano. Zelaya no tiene -lo sabe muy bien- que dejar al foco de la noticia desviarse de Tegucigalpa. Es por ello que la invitación, y recepción con honores de presidente en México, le viene bien a sus planes. De vez en cuando lanza la siguiente advertencia: Ojo, con dejar que los golpistas se salgan con la suya. Esto puede estar pasando ahora en Honduras; pero si lo permitimos, pronto, será otro país de Latinoamérica.

Precisiones de por medio, los países saben que no se trata de una cruzada por Zelaya -que ahora se ha vuelto famoso, y que en el futuro, piensa él mientras duerme, al final todo esto le vino bien y se ganará seguramente con algún puesto en un organismo internacional, si no, para qué, no hay mal que por bien no venga-, es una lucha por la tan bendita palabra, alzada en miles de discursos, invocada con firmeza y ligereza, con principio y con falsedad. Con justa causa o sin ella, pervertida por la oportunidad. Es democracia.

Es por la democracia...

*Un indiscutible golpe de estado. Lo sacan fuerzas militares de su casa en piyama y a balazos, lo ponen en un avión y lo botan del país. ¿Cómo se llama eso? Dicen que Zelaya ya venía quebrantando la ley, haciendo caso omiso a las decisiones de otros poderes del estado; de acuerdo con ello, se le debió juzgar, pero nada justifica que se lo haya despojado de esa manera, fuera del mismo respeto a las leyes. ¿Es una sucesión legal? ¿En qué parte de la constitución hondureña dice que si el presidente incumple la ley se le saca a patadas? Inadmisible.


Fotos extraídas de Elpais.com y taringa.net

agosto 01, 2009

Extinciones humanas


¿Qué mirada de desconcierto habrá puesto el hombre de Neandertal cuando por primera vez vio al hombre de Cro-magnon (antecesor directo de nosotros), una especie diferente a él?
¿Y luego qué habrá sentido, cómo se habrán conmocionado esas enormes fosas nasales, al oler a todos los suyos extinguirse, avasallados por quién poseía una forma más sofisticada de pensamiento y una tecnología superior, hace más 30 mil años atrás?

Tecnología y extinción.

No podría sorprendernos ahora una especie diferente a la nuestra. ¿O sí? Aquí en la Tierra, al menos, parecemos los amos y expeditos para transformarlo todo y destruirlo como nos plazca. No nos vamos a levantar mañana con la angustia de enfrentarnos a un similar. Nuestros iguales son suficiente enemigo, y a eso parecemos estar persistentemente abocados.

Camino por una avenida de la ciudad de Córdoba, antes de que la lluvia desatada lo inunde todo. Y me encuentro con este señor que está montado sobre un aparato extraño, algo que no se ve con facilidad todos los días. Es una suerte de bicicleta partida por la mitad. La llanta da vueltas pero el hombre no avanza. Sale chispas, como si algo estuviera fallando en la máquina, y él sólo le soba con un cuchillo por la parte superior, como diciendo "mira, que si no avanzas te voy a dar con esto".

Me detengo.

-Le voy a tomar una fotografía...-, le digo mientras busco en mi maleta mi propia herramienta para conseguirlo.
-Sí, sí-, acepta él sin dejar de trabajar. Cuando ya he tomado algunas vistas, me señala que ahora me baje de la banqueta y lo haga desde esa nueva posición. Doy un salto.

Semanas antes había buscado a este personaje para un reportaje sobre oficios en extinción. En la ciudad de Tehuacán encontré a Jaime Hernandez, que cumple con el trabajo de afilar cuchillos y tijeras, pero desde su taller donde además elabora piezas para mecánica y tornería, algo diferente del hombre que, antaño, iba empujando la rueda haciendo sonar un silbato.

-Por cierto, ¿tiene el silbato?

Busca en el bolsillo de su camisa y extrae un aparato de plástico que tiene unos siete agujeros que van a dar a pequeños tubos de distintos tamaños, uno más grande que el siguiente.

-Sabe, lo estaba buscando hace unas semanas. Ya no hay muchos afiladores como usted, ¿verdad?
-¿Cómo no? Aquí estoy yo...
-Sí, aquí está usted, pero ya no se los ve por las calles. Es muy raro...
-No. Sí hay...

Y sí, tiene razón: los hay. Ahí está él.