octubre 05, 2009

Perros que buscan el tren



Julia Merino Solís es una heroína invisible en nuestra sociedad moderna y estúpida: De este criadero que pare enfermos que torturan a los animales. No sólo los abandonan a su suerte, cuando les molestan, sino que los patean, los amarran con furia, los queman, los violan... ¿Quién se encarga de hacer registro de ello? Y es por ello que Julia Merino Solís, a quien he entrevistado aquí, se me hace un personaje destacable, porque a sus más de 70 años, y sola, desde su casa de maderas y plásticos reciclados, les da cobijo y esperanza a los que van perdidos y traumatizados de cuatro patas por las calles.

Aquí juntito (no más de 13 metros) pasa el tren.


"Ya tengo como... casi 40 años viviendo aquí. Todo era monte. No había ni fraccionamientos. Nomás habíamos poquitas casas. Me vine por un señor, pues nos conocimos, y él me trajo para acá. Nomás que él ya se murió, y, ya no vive. Tengo hijos por el primer esposo pero ya cada uno tiene su compromiso aparte.

¿Alguno de sus hijos la ayuda?
El mayor no responde, pues agarró el vicio de tomar y ya se entregó a la toma y ya nomás piensa en eso y no trabaja, ¿de qué manera me va ayudar? Y los otros, pues, también tienen hijos y tienen que responder por ellos... Sí me vienen a ver. Y es que también están enfermos.

¿Y usted cómo está?
Estaba mal, nomás que ya llevo dos meses que ya camino.

¿Qué le pasó, no caminaba?
No, pues yo no tengo enfermedad, nomás que me atropelló un carro allá en Orizaba. Luego me espanté porque me llevé un golpe muy doloroso y de eso quedé mal. Pos no me atendí. Esperaba yo a mi hija pero no pudo venir. Tuve que ir a verla, pero dije 'cómo la voy a encontrar, también enferma, así no puede verme'. Y por ahí, me he ayudado o me han ayudado con vitaminas, porque no tengo enfermedad sino que es pura debilidad, que me bota... Apenas llevo dos meses que ya hago mi comida, salgo a caminar, pero no tenía yo fuerzas, sentía caerme.

Me ha invitado a entrar a su casa, que no sé donde empieza ni donde termina, porque está tan destartalada que se confunde con la tierra, con las plantas, con las piedras, con el color del fierro de las vías del tren. Y también con las plásticas que ha colocado para protegerse, quizás del color del cielo, que con su luz se cuela por donde quiere, ya que hay huecos por todas partes.

Hay un perro y una perra aquí dentro. Y otro pero afuera con mucho pelo, que se llama Pachón.

¿Cómo llegó Pachón?
El Pachón ya tiene como unos cinco años. Me imagino que era de por acá abajo de un vecino, pero como no le daban de comer y estaba amarrado, se vino... Estaba tan delgado que lo desconocieron los demás perros.

¿Cómo se llama? (Le digo señalando a la perra que está frente al perro que está amarrado y tirado en el suelo).
Yo le digo Pinta. Tiene como un año.

¿Y qué le pasó a ella?
Pues la vinieron a perder por aquí. Apenas vino. Pobre perra, subía y bajaba, quién sabe de por dónde la trajeron. No sabía dónde refujiarse y como siguió a los demás...

¿Y él se llama?
Cocoyol. Me lo regalaron. Como dos años que está conmigo, los que eran sus dueños eran de allá dentro pero lo regalaron... Él se pone muy enojado. Le gusta correr mucho, por eso lo tengo amarrado. Y se pelea. Lo vaya a matar el tren. Lo tengo amarrado.

"Me han matado perros. Eran hasta once perros. Todos alojados ya grandes, porque no están criados aquí. Las perras también, por no mantenerlas las botan, y aquí se han propagado. Los ha matado el tren. Les han dado veneno. Acá vinieron dos perros bonitos, de los orejones, de los chinos, les dieron veneno..."

¿Por qué alguien querría matarlos?
No creo. Era veneno para ratas y ellos se lo comieron. Bueno, alguien sí los ha matado, pero no con veneno. Mis perras estaban dos para dar a luz y las mataron a pedradas. Aquí hay un vecino que mandaba a sus niños a que las apedreara. Les tiraban unas pedradas enormes.

¿Los niños?
Pos sí, pobrecitas, cargadas, se murieron.

¿Por qué hacían eso?
Por enojo. Yo creo que el vecino no me quería, o quien sabe. Los mandaban a los niños. Yo los veía. Niños de 8, 9 y 12 años. Yo veía. Les decía yo que no lo hicieran, la cosa es que pos ellos no me entendían. Y como yo iba a traer agua, pos cuando venía, ya les habían pegado. Varias veces. Las mataron. Cómo van a aguantar.

¿Tuvo once perros juntos?
Juntos. Sí. Pos los veo abandonados y les doy de comer.

¿Por qué se están peleando?
Es que la quiere molestar a ella. Y esa perra está cargada y ya no tarda en tener perros. Jejeje, pero ella lo quiere porque él le expulga. Jajaja.

¿Y a usted no le pasan las pulgas?
Pos no las siento.

Ladran. Paran las orejas. Se ponen todos alertas cuando alguien camina cerca a la casa.

"Están ellos cuidándome. A veces salgo, aunque no tengo que me lleven, sólo algunos fierritos, pero cosa grande no. Nada de aparatos. Jajaja. Si ni luz tengo".

Me estaba contando cómo llegó Pachón...
El Pachón llegó así porque lo tenían amarrado y llegaron a soltarlo. Se vino. Los perros también huelen, huelen a dónde hay comida. Entonces un recipiente que dejaron los demás él lo vino a comer y ya se quedó.

¿Recuerda de manera especial a algún otro perro?
Aquí una vecina tenía un perro. Y como veía que les daba de comer, pos ya se vino también y se quedó aquí. Me lo mataron a mi perro. Le hecho la culpa también a ese vecino, por no quererlo. Y él no mordía pero me lo mataron. Él siempre velaba allí en la carretera. Media hora como un soldado estaba ladrando, pero no mordía. Me lo mataron. Ése sí me lo mataron, porque mire usted, le dieron de cuchilladas acá por el corazón y luego le metieron un fierro aquí por el oído. Estaba bien gordo mi perro y lo mataron.

¿Y por qué le hicieron todo eso?
Bueno, yo creo... no sé. No hacía nada. No mordía. O a la mejor les estorbaba; aveces gente se quiere meter a buscar algo y a la mejor alguien le hizo eso. Porque como estaba cuidando.

Pero esa maldad...
Y de cuchilladas aquí (señala el pecho) aguantó mi perro. Estaba gordo. Aquí aguantó los piquetes, los piquetes, todavía vivió, pero éste, (señala la cabeza) ya no. Aguantó una.

¿El fierro en la cabeza fue después?
Fue después. No junto. Le metieron las cuchilladas y aguantó. Todavía vivía. Tanto que hasta lo lavé. Lo vi y entró a casa muy sarandoso, como que ya se compuso, pero, se entró a morir por ahí, a apoyarse de algo, quedó muerto. Estaba bien gordo mi perro. Y por ese fierro que le metieron por el oído...

"Pensar que hay un Dios que nos ve. No importa que uno se imagine lo que sea. Pero del de arriba, de ése no nos escapamos. Él está viendo todo. Nos está viendo a todos y cuántos semos, cuántas naciones y grandes."

¿Usted cree en Dios?
Claro. Y por eso acepto estar como estoy porque, digo, a la mejor si yo tuviera comodidades, no me faltara nada, tal vez ni lo conociera o no tendría tanto creer en él. Yo acepto estar como estoy. En mi juventud yo tuve oportunidad de estar mejor, de no estar como estoy. Había un señor, porque yo sufría mucho con mi primer esposo; y él me ofrecía tenerme en buenas condiciones, comprarme un terrenito, hacerme mi casita más o menos bien, estar pues bien y no le acepté.

¿Por qué no aceptó?
Yo me hice pensamientos que a lo mejor no hubiera sido. Hice pensamiento de que en una casa buena pues nada más estamos adentro. Yo desde entonces prefiero estar así libre. Mis hijos viven bien. Tienen buenas condiciones, muebles, casa, bueno, tienen todo. Me llaman a vivir con ellos. Yo no quiero.

¿Por qué?
Por eso, por el mismo capricho de que no quiero estar encerrada. Ahí uno nada más está encerrado.

¿Acá se siente libre?
Yo me siento libre. Salgo para allá, salgo para acá, me voy a la calle, me voy con mis amistades.

¿No se siente sola?
No. Porque tengo la fe que Dios está conmigo. Me siento protegida por él, por eso no siento ningún miedo. Si yo a los vecinos no le hago nada, no le falto en nada, no les estoy perjudicando, pues tampoco me perjudican. Claro también me están mirando.

Sólo haría falta que esté en unas buenas condiciones su casita...
Sí. Ahorita lo que me haría falta es madera...

Me decía que siempre ladraba el perro que era como soldado...
Sí, al ratito a la media hora echaba otro ladrido. Hasta al amanecer se quitaba de ahí. Era mi compañía. Le confiaba yo a él.

Hablaba con él.
Pos sí. Yo hablo con los animalitos. Ellos me oyen. No me contestan pero me oyen. A veces peleo con ellos, a veces estamos riéndonos. Ahí yo me doy alegría con ellos. Jajaja. A veces hasta bailamos. Tenía yo una perra, se llamaba Duquesa, ya estaba por mitad de embarazo la perrita. Ella me divertía. Le hablaba yo de música, para que bailara y la perrita movía las cuatro patitas y bien que soltaba la cadera. ¡Pero la soltaba de una manera!, y la hacía de allá y pa acá, y movía sus patitas. O aveces acá junto ponían música y ella bailaba. Pero me la mató el tren... Jajaja (la ve bailando, la recuerda en la cabeza, se ríe y luego entristece)... Ahí en el tren, porque me siguió, no alcanzó a salir del puente y ahí la agarró. La cortó por la mitad. Yo llegaba y ella venía a encontrarme. Esos no (señala a los perros). Esos son tiesos. Jajaja. Sí les gusta. Les hago así con las palmas (aplaude) y el Pachón, a él le gusta que le agarre uno de las manos y lo baile, pero él no baila.

¿Si ve un perro perdido lo trae a vivir con usted?
Pues se arrima con los demás.


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