septiembre 28, 2007

Mucha pendejada


Parece que irremediablemente tendría que escribir sobre política. Y no quiero hacerlo. Sin embargo es un tema que me apasiona en cierta forma. Me incomoda tener que emplear mi tiempo en oír, ver y entender política peruana. Y no quiero hablar de eso en mi Armónica Roja, no, pero estos chicos, estos chicos, se pasaron.

Sucede cada hecho increíble en nuestro país, que si tuviéramos la capacidad de conocerlo todo, bien podríamos armar una voluminosa novela de hartazgos: corrupción, traición, deshonor, estupidez y, sobre todo, frustración.

No puedo quedarme callado mientras algunos pocos lo advierten. No. Tengo que ser uno más en poner esto, aunque le interese a tres gatos. El congresista Rolando Souza, fujimorista, ex abogado de Fujimori, férreo defensor de la inocencia de éste y candidato al Consejo de la Prensa Peruana al solicitar que los medios no opinen sobre su líder japonés, ha sido propuesto para presidir la Comisión Especial Revisora del Código Penal en el Congreso de la Rapública. ¿Es posible? Sí. ¿Quién lo propuso? El congresista aprista Javier Velásquez Quesquén. ¿Es posible? Sí. Quizás sea una casualidad, y dados los "méritos" como penalista del fujimorista, a Quesquén le vino a bien hacer esta propuesta. ¿Es posible? No.

Una Comisión como ésta, como bien lo ha explicado Rosa María Palacios, en su programa Prensa Libre, es de vital importancia dado el contexto del proceso que se le sigue al extraditado señor Alberto Fujimori. En ella se revisan los códigos que más tarde darán los parámetros por los cuales será castigado Fujimori de ser hallado culpable. Es decir, de esta comisión depende que Fujimori ni siquiera vaya a prisión (si así lo quiere el principio de la justicia), pues tras algunas modificaciones puede convertirse la sanción en amonestación, lo grave en no tan grave, el delito en la presunción de inocencia, la severidad de la justicia en la complacencia del reo.

Más claro: el gato de despensero. ¿Podrá el señor Souza tener el suficiente criterio racional principista para inhibirse, siendo parte él y habiendo puesto sobradamente de manifiesto su voluntad de que Fujimori esté libre porque es inocente y mártir? ¿Cómo puede ser que tanta barbaridad ocurra en el Congreso de la República?

Después de que nadie dudara de la idoneidad de los magistrados que juzgarán al señor Fujimori, y que casi -qué candido todavía se puede ser- pensáramos que esto seguiría su cause normal hacia una decisión final transparente, ¡nos viene esta noticia! Y ya sabemos como se va hilando la grasosa y pestilente madeja de dame esto que te doy lo otro. El Apra y el fujimorismo jugando sus mejores puntadas. En los días que se vienen se decidirá la censura al ministro Alva Castro. ¿Apoyará la censura el fujimorismo luego de este suculento regalito por no decir regalazo?

Que nuestro país no sea tan bruto. Tan bruto como creen algunos políticos que es. Tan bruto que pueda ignorar la corrupción por un pedazo de poto mofletudo. Tan bruto que pida una Coca Cola Zero para acompañar "Soy una gárgola" mientras se están levantando al país por los fustes, le meten la mano y le están ultrajando el pedacito de alma que aún tiene.

No permitamos que se salgan con la suya. Por favor, por favor...



septiembre 11, 2007

El huesped asesino


Apenas abro los ojos y oigo esta voz sollozando en la radio. La voz grave de Raúl Vargas preguntando y ella narrando la desgracia de su vida: "... me dijeron que tenía SIDA, que seguro mi esposo me había contagiado, pero yo les dije que mi esposo estaba sano y ellos me respondieron que qué tipo de vida llevaba. No es justo que me maltraten de esa manera, como si fuera una cualquiera..."

Judith Rivera estaba llorando en la radio contando que la habían contagiado de SIDA mediante una transfusión de sangre en el hospital Carrión. Dada su denuncia en RPP, Raúl Vargas le prometió seguir el caso, y ante lo gravísimo así debieron hacerlo, pues otros medios empezaron a tomarlo. Hoy en La Ventana Indiscreta, me entero que el Ministerio de Salud ya le ha prometido cubrir todos los gatos del tratamiento de esta mortal enfermedad. Además, en un acto de solidaridad o quien sabe que, un alcalde le prometió trabajo para su esposo y repararle su casita de maderas chuecas. Todo porque salió a denunciarlo. ¿Se hubiera hecho lo mismo de no salir en los medios? ¿Ella hubiera llamado al Ministerio, habría exigido hablar con el ministro Vallejos, una secretaria le habría atendido amable y preocupada, inmediatamente le hubiera pasado, no con el ministro, vamos, con otro funcionario, le hubieran tomado los datos, la visitarían en su casa, le prometerían una investigación, le habrían ofrecido toda la ayuda, un alcalde preocupadísimo y apenado le hubiera prometido trabajo para su cónyuge y un mejor hogar? No. Estoy casi seguro que la hubieran hecho esperar en la línea, que la secretaria le hubiera contestado fríamente que llame más tarde, que no hay nadie que la pueda atender, que ella hubiera llamado más tarde con cierta esperanza, que la secretaria le respondería fastidiada, que le decía que llame mañana, que finalmente le pasaban con un tipo que no se identificaba, que le decía que ya verían y que le colgaban...

La señora Rivera quiso matarse. ¿Quién no tendría esta opción ante tamaña noticia? Te dicen que tienes un virus pérfido, abyecto y asesino en tu cuerpo. Que pronto te vas a morir. ¿Qué haces? Y, como en el caso de la señora Rivera, no se trata de tu error. No ha sido un descuido tuyo, no se trata de tu responsabilidad, sino la de otro, la de un "maldito estúpido" o, más grave aún, la de una "maldita bestia", u otros de esa lacrosa ralea. Disculpen, pero no encuentro otra palabra que exprese mejor el odio que la señora debe sentir, y que hoy en la tele dijo que sentía -con justa razón-.
Porque Dios nos exige perdonar. Pero eso viene con el tiempo. Uno no perdona tan rápido. Y la señora Rivera tiene todo el derecho de tener rencor por los que le han arruinado la vida. Y esta noche algunos podrán dormir, pero otros como la señora Rivera, tendrán una angustia en el cogote y se levantarán con pena, con calma y con ganas de llorar fuerte una vez más al entender que no se trataba de la peor de las pesadillas, y que era cierto...

Es cierto que tienen un ser biológico que se reproduce con furia y que está matando a sus células y que en lugar de ellas genera otros seres destructores... que se está llevando una batalla por matarla, ya... Imagino a este virus sin ojos. Con muchas púas por todas partes. Lo imagino gordo. Casi con pelos. Frenético. Rabioso. Zigzagueando de aquí para allá... aquí, para allá... aquí... allá... aquí... allá...
Así como la señora Rivera hizo la denuncia y los responsables actuaron como deberían hacerlo siempre; de la misma manera deberíamos actuar todos. Denunciando, no callando; siendo responsables; y en este caso la prensa tiene un rol importante, de mediador, de canal. Lo ha cumplido así hoy. Que no se vuelva a repetir. ¿Qué hace la señora Rivera en este momento? ¿Qué harías tú? ¿Qué puedes hacer ahora?


septiembre 08, 2007

Olivia en la Feria del Libro PUCP



No podía dejar de asistir a la Feria del Libro PUCP. Ayer sábado fue el último día, así que estuve pocas horas antes de que la cierren, resignado a dar un vistazo rápido. Tanto libro. Aunque poco de lo bueno. Cómo es que todos esos nombres se han dado el tiempo para escribir todo esto. Algunos libros son inmensos. ¿Qué pensaste chico? Quizás me lleven por grande, y con tapida dura; al peso salgo ganando. Basura. Y pensando en ello, encuentro algo diferente.

Se llama OLIVIA. Y va así: Es una cerdita. Vive con su mamá, con su papá y con su pequeño hermano. Un día, en clase, le toca contar qué hizo en sus vacaciones. Y ella cuenta cómo salvó un Circo. Todos los artistas se habían enfermado, pero afortunadamente ella sabía de todo: jugó con los elefantes, domó a los leones, fue la payasita, fue la presentadora del espectáculo y por sobre todo dio una muestra extraordinaria de acrobacia en el aire que fue la apoteosis entre el público. Una estrella. Una luz de traje rojo, rojo volando de un trapecio a otro. El público terminó extasiado. La maestra le mira con desconfianza y le dice ¿eso realmente ocurrió? Y ella responde segurísima: claro que sí. Lo recuerdo perfectamente. Más tarde, muy tarde, su mamá la descubre saltando en la cama con las luces apagadas y la habitación tenuemente iluminada con la luz eléctrica de la calle. La mamá le pregunta: ¿Qué te pasa Olivia? ¿Acaso te crees la trapecista? Y ella, mientras se acuesta en la cama, le contesta: tal vez.

Qué simpleza la de este autor para decir tantas cosas en tan pocas palabras. ¿Qué cosas?

Considero que una obra de arte tiene dos partes fundamentales. Esencia y trascendencia. La esencia viene a ser todo aquel conjunto de particularidades dadas por la técnica, el conocimiento y la destreza en la administración armoniosa, rigurosa y estética de los elementos componentes de la obra. La trascendencia -más exclusiva y misteriosa- está dada por aquel, llamémosle, toque de magia. Aquella enigmática habilidad para provocar en nosotros un recuerdo perecedero y reflexivo; disparando nuestra imaginación y logrando algo muy importante: sugerir posibilidades e inquietudes.

Algunos se toman mucho tiempo y tinta para lograr eso. Otros, en cambio -dotados, algo de lo que me convenzo cada vez más, de un poder antidemocrático y divino- les basta unas cuantas palabras.


Le compro este libro a alguien muy especial. Y no sé si le gustará, aunque yo quisiera que sí. Los libreros ya empacan los libros. Me compro uno más, para mí. Doy una vuelta final. Me encuentro con algunas personas. Mi amiga se compra un libro de Joyce. Y abandonamos la Feria. Y mientras tengo a esta cerda detrás de mí, embolsada y lista para regalo, me pregunto: ¿cuánta gente estará leyendo un libro en este preciso instante? ¿Un libro en la madrugada?


"OLIVIA SALVA EL CIRCO"
IAN FALCONER
PRECIO: 32 SOLES
LIBRERÍA: FONDO DE CULTURA ECONÓMICA