julio 21, 2007

Jorge Montoro: murió una gloria de la TV

Me atrevo a buscar la dirección de Jorge Montoro en la guía telefónica para recordar dónde fui. Este jueves acaba de morir y yo recuerdo lo enfermo que estaba. Lo visité hace poco más de un mes, porque quería entrevistar a su hermano, el periodista Isaac felipe Montoro (esa es otra historia), y, en esa búsqueda me topé con él, "el poeta hippie". En realidad no sé porqué lo llaman así, ni me interesa, sólo hay un par de cosas que sí quiero contar.

Vivía en la calle San Ambrosio 238 en Barranco. Era una casa untada con una manta de polvo. La puerta de madera de la cochera tenía ingentes telarañas, arriba se veían unas cuantas plantas que urgan en lo viejo y que seguro gustan de convivir cuando ya no deben alimentadas por algo de agua. Toqué el timbre varias veces, pero nadie abría. Un candado resguardaba la puerta. Pensé que nadie vivía ahí. Sin embargo, una señora de enfrente de la casa, amable ella, me dijo que quizás él no estaba, que podía encontrarlo en el parque. Allí fui y no lo encontré.

Regresé. Toqué tres veces más y fuerte como me recomendó la amable señora. Cuando estaba a punto de irme lo vi venir. Lo reconocí con su cara algo aplastada. Era el artista. Había salido a comprar medicinas. Le grité muy fuerte mi nombre y mis pretensiones. ¡Periodista, ah!, me dijo. Me hizo entrar a su casa. Fotos viejas en las paredes. Vivía solo. No quería entrevistas. ¿Puedo volver a visitarlo para ver si está mejor? Bueno, puede ser, pero casi no le abro a nadie, ni a mis familiares, la gente se molesta conmigo, me tocan, pero no quiero ver a nadie.

Me regaló un libro. Un libro que había escrito su hermano (¿el peruano más prolífico?). Me dijo que tenía más, que muchos ya los había vendido o regalado. Ahora pienso, de manera malvada e interesada, que pude seguir visitándolo y obtener algunos libros más. ¿Qué harán con ellos? ¿Qué hacen con las cosas de un muerto? Sigo fetichista. Y se me ocurre hacer timbrar su número telefónico. ¿Alguien responderá?

Imagino a Jorge Montoro viejo y solo en Ambrosio de Barranco. En esa casa de arañas plomas y olor a polilla veterana. Lo imagino llorando y rascándose una oreja. Lo imagino soñando aplausos. El primer actor peruano. Hollywood. Todos nos hacemos viejos muchachos, y algunos se van muriendo. SE nos fue una gloria de la TV peruana. ¿Qué diablos estamos viendo en la TV ahora?

julio 19, 2007

Fernando Vallejo nos hizo la chambonada

Qué pendejo este Vallejo. Él era la principal atracción de la XII Feria del Libro de Lima. Diarios y medios lo anunciaban como la gran figura. Pero no vino. Dicen que antes de subir al avión se arrepintió. Un par de personas me comentaron eso cuando sorprendido en la puerta veo que el escritor colombiano, ahora mexicano, había desistido venir a Lima. Tremenda chambonada.

Le he escuchado utilizar esa palabra a Fernando. "Chambonada" significa algo mal hecho. Y que mal. Que mal hecho. Qué decepción. Hasta el momento no hay una información oficial. Pero que va, ya fue. Falta saber por qué no vino. ¿Será que no lo dejaron venir con sus perros? ¿Será que se enteró que en Lima existen los pirañas, y él harto de violencia está? ¿Tendrá que ver algo Cipriani? Como saben él venía para presentar su libro "La puta de Babilonia". En el que llama "ramera" a la iglesia católica.

Un tipo particular Fernando. Se considera un perro. Desprecia la raza humana por miserable, asna, acabada, degenerada, chancrosa y abyecta. Piensa que Cortazar no sabía escribir, que la prosa de García Marquez es pobre. Que Dios es un moustruo y que la biblia es el libro de los incestos. Y tantas cosas contra tantas cosas, que nadie queda librado de sus diatribas, ni él mismo.

Me llama la atención que hace poco haya estado en Chile, donde brindó muchos elogios para los rotos, y que no venga por estos lares. Chile "muy ordenado", dijo. Allá presentó su libro. Por acá nada. Pero antes ya vino al Perú, lo dice en su libro "Entre fantasmas". Así que por ahora no compraré su libro. Hasta que se me pase la decepción o haya una buena excusa.

Pero antes de terminar este post, quiero decirte, Fernando, que aunque te acompaño abrazando un perro sucio, no puedo aceptar que me hayas hecho cruzar medio Lima para verte y que te ausentes así nomás. Le voy a decir a la Cobardona que ahora sí se anime, que ahora sí te lleve a ti y a tu Brujita. He dicho.