octubre 19, 2009

Mano arrugada de supermercado





Estoy esperando en la caja del supermercado para que me den la cuenta. Pago. Me dan el cambio. Avanzo unos pasos de costado, mientras la persona encargada de poner mis compras en bolsas termina su trabajo. Miro sus manos. Están arrugadas. Levanto la vista. Es una señora de más de 60 años.

He comprado pan, yogurt, leche chocolatada, manzanas, un afeitador de tres hojas, gel para afeitar y desodorante. En una bolsa coloca los productos de aseo y en otra los alimentos, excepto el pan. El pan, que ya está protegido por una bolsa de papel, lo coloca en otra bolsa, y finalmente lo coloca en la bolsa de los productos de aseo. Me parece estupendo. Así tengo tengo sólo dos bolsas para cargar. En una van los alimentos y en otra los productos de aseo, junto al pan adecuadamente protegido. ¿Por qué no metió la bolsa del pan, junto a la de los alimentos? Yo no hubiera preferido esta última opción, porque el yogurt y la leche van saliendo del refrigerador, y en el trayecto podrían siempre mojar al pan, lo cual sería desagradable. Me va mejor que esté en la otra bolsa.

Le doy una propina. Y salgo del supermercado.

Le tomo atención a esto, porque recuerdo también cuando una jovencita ante una situación parecida, ¡metió el pan junto al yogurt! Y lo peor fue que ni siquiera protegió el pan, en papel, con una bolsa de plástico. En su cara saqué los productos y los ordené como deberían ir. Me fui molesto.

Alguna vez una amiga de más de 50 años me dijo que debería hacer un reportaje sobre lo difícil que es conseguir trabajo para las personas mayores. Te ven vieja o viejo y ya no te quieren contratar. Se "supone" que los jóvenes están llenos de "frescura", "vitalidad" y no sé... ¿ideas nuevas? para las empresas... Y francamente eso se me antoja a pura mierda. No dudo, claro, de la fuerza de su vocinglería, ni de tanta energía desplegada en las calles, mientras se lían en asuntos de "su interés"... Porque he allí el punto: algunos jóvenes, o quizás muchos, en realidad no ponen esa vitalidad a la empresa y su trabajo en ella. Por el contrario, una persona adulta, realmente interesada en lo que está haciendo, aveces sin duda por la misma necesidad, pondrá todo de ella, desplegando una labor eficiente, y por qué no, hasta propositiva.

Alguien me dirá que no todas las personas adultas son así, y que hay las que sólo ven el día pasar, esperando el timbre de la campana de salida para gritar "yaba daba du" (lo siento Pedro, no va contigo).

Y sí, de acuerdo: Porque la edad en ningún caso puede ser una determinante para dar o no trabajo a una persona. Se evaluarán distintos aspectos, dentro de ellos la edad, y la experiencia. Pero nada puede ser tan ridículo como para poner al frente a un joven por el simple hecho de serlo y dejar de lado a un viejo por lo mismo. Y viceversa: qué pérdida de dinero mantener a un viejo y su experiencia, hecha polvo, si es que un joven con innovación y criterio podría desempeñar ese puesto con mejores resultados.

Esas delicadas manos arrugadas pusieron mis compras adecuadamente junto a la caja del supermercado.


Imagen de: mincultura.gov.co

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