septiembre 25, 2009

Nos fuimos a la Feria

Viajé de noche hacia la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU) 2009 en la ciudad de Xalapa, Veracruz. Me separaban apenas unas tres horas, pero el viaje se hizo largo porque fue acompañado de una intensa tormenta eléctrica a la que estaba pegado como un molusco o chicle de ocasión a la ventana del autobus. La descarga iluminaba por un segundo el paisaje y yo jugaba a captar los mayores detalles posibles que emergían en la oscuridad. Fue un momento diferente. Agradable.

Ya en la Feria lo primero que llamó mi atención fue observar la buena cantidad de público frente a los libros. Un comentario aparte (otro post) para la Colección Biblioteca del Universitario (de la Universidad Veracruzana), que a un precio económico ha editado grandes títulos, como "El origen de la especies" de Charles Darwin. De hecho el primer día que me aparecí por ahí ese libro, a sólo 25 pesos, ya estaba agotado.

(Presentación del libro Las dos Fridas de Mario Bellatín)
Otras editoriales también ofrecían variedad, y de entre ello pude adquirir una novedad como la trilogía Millennium (que ahora entretiene mis días) de Stieg Larsson; un par de libros sobre correspondencia de Alfonso Reyes, que me entusiasmó sobremanera; y hasta una reciente publicación, "Acteal, crimen de estado" del periodista Hermann Bellinghausen, que por cierto se presentó en la Feria con auditorio lleno y un público atento.

Precisamente las presentaciones de libros, talleres y conferencias eran otro atractivo de la Feria. Me metí como pude (todos los asientos estaban ocupados, la gente parada a los costados y yo en el suelo junto a otras personas) a la Mesa redonda: Charles Darwin, política y sociedad. Quizás para los próximos años los organizadores puedan acondicionar unos espacios más amplios.

Mucho público joven. Aunque por cierto: En el Foro al aire libre, al costado de los lagos de Xalapa, se realizó un encuentro con José Emilio Pacheco. Mi primera reacción fue de sorpresa: ¡A tanta gente le gusta la poesía! Era para no creerlo: unas, no sé, 300 personas apretujadas hasta donde alcanzara la capacidad de recepción y más. Pacheco entró dando saludos, flanqueado, y levantando aplausos pasada las siete de la noche. Y claro, luego me di cuenta de la trampa de tanta convocatoria. Algunos estudiantes tenían grabadoras, hacían apuntes en cuadernos y hasta grababan en video. ¡Vaya! Pero sus malditos rostros, sus cabezas pequeñas estaban mirando a otro lado, viendo si ya aparecía su novio, o consultando el celular, vamos, en otro punto del planeta que no era éste, junto al poeta. Los detesté porque José Emilio Pacheco estuvo formidable. Inteligente, jocoso, reflexivo y provocador. Era un lujo estar frente a él. Y claro debí detestar más al profesor, educador, que les encargó el trabajo a estos adolescentes. Qué desatino el encomendarles la literatura como una exigencia, un deber. Eso siempre ha fallado. Siendo justos, supongo que no todos los estudiantes asistieran con tan repulsivo desinterés; y este público ajeno no debía representar más del 10 o 15 por ciento. Espero.

Llovía intensamente. En algunas de las conferencias el suelo se empezaba a cubrir de agua. Había goteras. Supongo que se previó tales sucesos, pero no fue lo necesario. Uno de los espacios de cierta editorial tuvo tal filtración de agua que ¡los libros se mojaron! Luego lucían doblados, encogidos. Por cierto uno de éstos era una reflexión sobre el trabajo de Wittgenstein: ¿cuándo vas a leer el Tractatus?

(Público esperando a una presentación mientras el agua de la lluvia se iba metiendo por los costados, por el suelo. Todo junto a Los lagos de Xalapa)
Por lo que pude escuchar la venta fue favorable. Casi hasta el cierre la gente seguía buscando, husmeando y descubriendo libros.

De regreso, otra vez en el autobus, de madrugada leí el boletín Corre, Lee y Dile. Una entrevista interesante de Germán Martínez Aceves al doctor Antonio Lazcano Araujo sobre ciencia, el origen de la vida y Darwin, entre otros artículos. Tenía yo un ánimo ancho, con los libros que me llevaba a casa, de que leer está de moda. Quizás no sea cierto, pero es aquí donde las convicciones propias las puede uno disfrutar completamente solo. Ni hablar.

Más allá de algunos reclamos mínimos la FILU 2009 estuvo bien. Felicidades y que siga creciendo.

1 comentario:

Manu Ureste dijo...

Totalmente de acuerdo contigo: la literatura nunca jamás puede ser obligada. Las matemáticas tienen pase, pero la literatura?? Vaya sacrilegio! Aunque, por desgracia, a veces los profesores no tienen más remedio que acudir a este tipo de 'imposiciones' para que los chamacos lean. O aprendan a valorar la lectura. Es lo que hay compadre.

Un abrazo y espero que para la próxima feria me avises!!!

Por cierto, no sé si hayas visto la peli 'El pianista', pero está de lujo. Ya estoy recorriendo las librerías de córdoba para comprar 'El pianista del guetto de Varsovia'.

Vivir para contarlo co!