agosto 26, 2009

El efecto botón



Necesitaba pegar un botón a una camisa. Sólo que no encontraba una tienda donde vendieran una aguja. ¿Dónde compra uno ese tipo de cosas? Entré a una farmacia que además vendía regalos, y algunos otros objetos variados. Aquí podrían vender una aguja, me dije. nada pierdo con preguntar. Entré.

–Disculpe, ¿vende agujas?
–¿Agujas para qué?
–Ahh... quiero coser un botón de camisa.
–No, esas no tengo.

Camino por la avenida once me topé con una puerta que lucía trajes cubiertos por plásticas. Busqué por todas partes un letrero para saber de qué trataba el lugar. Como ya estaba en el umbral, y con el impulso del paso que me llevaba, pasé hasta estar frente a una señorita que estaba sentada a la cual hice la misma pregunta de las agujas. Sonrió y movió la cabeza como indicando que ahí no vendían lo que buscaba. Pero agregó lo siguiente, como si se le acabara de ocurrir una muy buena idea y esperara una respuesta favorable de mi parte a su gran plan:

–¿Cuántas quieres?, dijo poniéndose de pie.
–Oh, sólo una–, manifesté con simplicidad.

Sacó una aguja de un cajón y además me preguntó si también quería hilo. Sí, por favor, le indiqué. ¿De qué color? Blanco. Ya estaba tirando de un tubo que lo envolvía. ¿Mucho? No, no, esa cantidad está bien. Es para pegar un botón de una camisa, nada más. ¿También quieres un botón?... pero sólo tengo blanco y azul ¡No, no!, el botón sí lo tengo, gracias, sólo quiero la aguja y el hilo. Mientras ella terminaba de enrollar todo en un pedazo de papel cartón, pensaba en cómo es que aprendí a coser el botón de una camisa. ¿Fue mamá? No creo recordarlo con exactitud. Finalmente atravesó la aguja en el hilo y me los extendió con otra sonrisa.

–¿Cuánto es?
–No, no es nada.
–¿En serio?...
–Sí, ya sabes, cuando se puede, con mucho gusto.

Estaba tan agradecido que inmediatamente se me ocurrió preguntar:

–¿Qué hacen aquí...? ¿Es una costurería?
–No, aquí sólo vendemos vestidos.

Viendo que no podía comprar nada para mí, me despedí agradeciendo otra vez el agradable gesto. Y ella seguía sonriendo y me deseaba además que pasara un buen día. ¡Un buen día!

No puedo dejar de pensar que este tipo de personas cambian el mundo. Su generosidad y amabilidad, y no sólo ellas, sino el tremendo entusiasmo con que las practican, hacen de éste un lugar mejor. Si alguien estimó que el sólo revoloteo de una mariposa puede causar un huracán en otra parte del mundo; podría decirse lo mismo de este tipo de actitudes humanas. Quizás una aguja y un pedazo de hilo no valgan mucho económicamente; pero es ése leve revoloteo que provoca torbellinos de, cómo llamarlo, bondad, quizás... Por otra parte hay demasiada mierda. Aniquiladora de esos torrentes.

Me he sentado a coser el botón. Hay que pasar primero el hilo por la aguja. Mojar la punta si es necesario. Introducirlo. Acertar. Igualar los extremos del hilo que, juntos, ambos, se enlazarán sobre el dedo índice, para que el pulgar se deslice sobre aquel y finalmente soltar y jalar con ambos dedos hasta conseguir una bolita al extremo: ¡Un nudo! Lo demás no resulta muy complicado: meter y sacar y volver a meter y sacar por los cuatro agujeros del botón. Otro tipo de nudo. Fin.

Y sí debería funcionar. Vamos a reducirlo a esto: A sonríe a B. B, que se siente favorecido por A, sonríe a C. C estaba pasando por un mal momento con D. Por cierto D estaba a punto de cometer una tontería que le arruinaría la vida por completo. C, contagiado, decide sonreir con D, que da marcha atrás en su determinación. C compra un helado de doble bola. ¡E vendía helados!...

1 comentario:

Yezz dijo...

Esta bueno!!! lo de las letrtitas!!!

Mi querido Fredy me alegra saber que te topas con ese tipo de gente tan grandiosa que te hace ver qu no todo lo hecho en México es tan malo!

Te dejo un gran beso!