septiembre 07, 2011

Por salvar a otros se la llevó el agua


La abuela entró a la casa y gritó: ¡sálganse porque la barda se va a caer! A penas si le dio tiempo de reaccionar a Martha Bartolo Barragán. Su esposo, Francisco Cruz, por el contrario ya había saltado para coger a su hijo de la cama y abrazarla luego a ella. La barda que tenían afuera explotó por la fuerza del agua del río, y la anciana que estaba todavía parada en la puerta dando la alerta fue arrastrada por la corriente contenida. Desapareció.

Dicen que Miguelina Osorio Rosas esa mañana estaba sentada frente a su casa. Así la había observado Agustín González de Jesús: "Siempre la veía allí, y la saludaba, pero no sé por qué esta vez no le dije nada..." Hace menos de dos años que enviudó y solía colocarse así, como en estado de alerta, fuera de casa, como si estuviera cuidando algo. Ella fue quien había advertido la desgracia y corrió donde sus vecinos para salvar las vidas de la familia Cruz Bartolo arriesgando la suya propia.

A Miguelina le preocupaba que el río estuviera limpio. Si veía alguien que arrojara basura los retaba con los puños al aire. Los niños recuerdan esas reprensiones. Y eso que es una corriente contaminada que trae aguas residuales, drenajes.

En la casa de esta familia rescatada no estaban sólo ellos. Hace ya varios días había llegado Crispino Pacheco Rodríguez, de 53 años, familiar y amigo. "Vino a traerme unos pollos", comenta, todavía impresionada, Marta. Llegó pero no podía irse, porque estos días estaba lloviendo mucho. Ya me iré cuando el agua amanse tantito, decía.

Pero la tarde del domingo el agua había enloquecido. Del cielo caía y se arrastraba profusa y furiosamente por el arroyo junto a la casa. Cuando la anciana Miguelina dio la voz de alerta, más rápido reaccionó Crispino, que logró salir fuera donde fue también arrastrado por esa explosión de agua contenida. La familia Cruz Bartolo se quedó un rato abrazada, sostenida de unos fierros para no ser llevados también. Cuando pudo Francisco salió a buscar a la anciana y a don Crispino pero ya no pudo encontrarlos. Se habían ido. Se los había llevado el agua.

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