agosto 18, 2011

El viaje antes de la boda


Tienen la ilusión de casarse cuando regresen de su viaje a Estados Unidos. La boda sería en El Salvador, el país del que salieron el 21 de julio del 2011, como migrantes, porque no veían un futuro en la pobreza que los estaba asfixiando. El plan es juntar dinero durante tres años y regresar con lo suficiente para cubrir una fiesta que los unirá para toda la vida y además poder ayudar a sus familiares. Una casita, un refrigerador bien bonito, y alguna que otra cosita más. Antes tendrán que pasar por México.

"¡A correr! ¡La migra!", gritó uno de ellos. Y los siete que lo acompañaban corrieron como pollos a punto de ser aplastados. José Luis no alcanzó a tomar la mano de Damaris. Entre la confusión de la oscuridad y de las patrullas de policías que los perseguían la perdió, y sólo la vio alejarse por un monte, todavía a unos 40 kilómetros de Tenosique, ciudad fronteriza con Guatemala, en el estado de Tabasco. Se vio de pronto arrinconado en una pared. Las piernas le temblaron. Y sólo pon un instante pensó en Dámaris, y luego tuvo miedo por él mismo.

La conoció en un autobús. Ya la había visto antes en su barrio El Tránsito, en El Salvador, pero nunca había podido hablar con ella. Esta vez, cuando se acercó el cobrador -la persona que cobra los pasajes- e hizo saltar las monedas en su mano frente a ella, él dijo: "No lo pagues, yo te lo voy a pagar". Se hicieron amigos. Y luego novios, hace ya dos años.

Jose Luis, de 19 años, tenía tres meses la idea en su cabeza antes de comunicarle el proyecto a Damaris. "Bueno, ¿pero vamos a dejarlo todo?", le preguntó ella. Y él le respondió lentamente: "¿Todo?... Mira, que aquí no se hace nada, nadita". José Luis ganaba 100 dólares al mes. Prepararon unas mochilas. Él escribió una carta a su mamá. Y se fueron sin decir nada más a nadie.

Al pasar Guatemala por El Ceibo, frontera con México, y antes de llegar a Tenosique la pareja vivió tres días oscuros: viajando de noche para no ser vistos, sin dormir, sin comer. Dámaris se lastimó la pierna cuando había que correr. Pero ya en Tenosique llegaron a la casa del migrante, tomaron café caliente y pudieron bañarse. Les hablaron de una caravana por los derechos de los migrantes que llegaba el martes a ese lugar rumbo a Ciudad de México. La esperarían para viajar con ellos.

En Tierra Blanca, Veracruz, la Caravana Paso a Paso Hacia La Paz, en la que viajaban unos 500 migrantes y familiares de desaparecidos centroamericanos, se hospedó en el salón Terraza. Un lugar que tiene agujeros en el techo. La noche que pasaron allí José Luis y Damaris llovió fuertísimo y hasta hubo un apagón. El agua se metía con diferente intensidad dada la magnitud del chorro. Ellos durmieron abrazados.

La mañana del sábado 30 de julio, mientras el grupo de centroamericanos recibían alimentos y ropa, José Luis y Dámaris estaban tendidos en el suelo, dándose besos lentos y caricias rápidas. Una postal diferente a la de aquéllos que viajaban solos, y les contemplaban con pensamientos hundidos en la esperanza...


Fotos: Fredy Ruiz
Publicado en diario El Mundo de Córdoba

1 comentario:

Manu Ureste dijo...

Enhorabuena Fredy. El artículo está, simplemente, genial.

Un gran abrazo