octubre 28, 2009

La Maga Poética de Córdoba



Rosa María Galán Callejas es una artista vital. ¿Por qué? Toda su vida corresponde a un personaje de novela que cultivó el arte al extremo de hacer de él su vida misma. Se hizo poeta, escritora, pintora, y como siempre quiso más realizó teatro y música. Quizás a todo ello lo reúne su poderosa capacidad de imaginar, que tenía que tocar las extensiones de la belleza hasta donde alcanzara y más. No es de extrañar que los escritores de la época la describieran de maneras tan peculiares.

Rafael Arreola Molina en su libro "Córdoba, jardín de la cultura e historia" dijo: "...creo entender la esclavitud a la que puede someternos el timbre de una voz como la de Rosa María, que en las noches describe la palidez de sus muñecas, juega a solas, mientras que un tinte de campanas convoca a rituales de magos y videntes... En las noches Rosa María se mira en la escritura de la hoguera y al descubrirse niña-imán, sueña que colorea su destino al pie de un pararrayos de ilusiones...". Descripción tan excéntrica e ideal de la artista parecería sólo un juego bonito de palabras, pero no lo es. Hay que indagar en su historia.


Nació en 1919. Trece años después, ni tan niña, amarró una cuerda a un par de árboles, uno de ellos fuera de casa y el otro dentro de ella. Sujetó a la cuerda una silla. Se subió a ésta y se lanzó al vacío. Desde pequeña como juego se vestía con trajes de sombreros grandes para hacer representaciones de teatro. Su tía Concepción Galán Rico, concertista, tocaba el piano y ella observaba y aprendía e improvisaba ponerle música a sus poemas.

Allí otra característica de la artista ideal. Fue precoz. A los quince años fue invitada por el reconocido poeta León Sánchez Arévalo a participar en el grupo de poetas de la "bohemia poblana". Quienes en tal contexto editan el libro "Poetizas mexicanas" dedicado por el propio Sánchez Arévalo a ella: "Para Rosita Galán, la poetiza central de esta obra".

A esos quince años Rosa María crea el poema "A Juárez" y lo recita en la vieja escuela de la ESBAO, en la avenida uno. Cuando pronuncia los últimos versos Yace tu cuerpo bajo el mármol duro/ mas tu espíritu al par: ¡fuerza y acierto!/ aún late en tus Reformas ¡limpio y puro!/ ¡Cordobeses oíd: ¡Juárez no ha muerto! todos sus compañeros estallaron en palmas, y emocionados la cargaron y así la llevaron en hombros hasta su casa. Esta anécdota la recuerda perfectamente Manuel Galán Paez, sobrino de Rosa María, quien se explica así el inicio de la predilección de ella por la poesía.

Cuenta también que la infancia de Rosa María se desarrolló en la época final de la Revolución: "Ella y mi padre (Manuel Galán Callejas) se ponían a platicar sobre el Ejército que pasaba. Nada más se escondían y veían a los caballos. Los podían ver porque en esa época la casa, que era pequeña, se ubicaba en la avenida uno, la calle principal, la calle real... Ellos vivieron momentos en los que las familias se guardaban en las casas. Era un tiempo lleno de miedo y romanticismo".

Entonces los niños oían las historias de los viejos. Cuentos de desaparecidos, lloronas, fantasmas y brujas. Eso lo recuerda bien Francisco Galán Callejas que, como el menor de los seis hermanos de Rosa María, le daba mucho miedo. Tiempo después todos esos relatos serían la base para las leyendas fundamentales de la ciudad de Córdoba que crearía la escritora.

Hablar así, en la oscuridad, que se rompía a veces con el ruido del "tranvía de mulitas", que iban por las vías que atravesaban el centro de una Córdoba que no contaba con más de ocho mil habitantes, era el ambiente que disparaba la imaginación de la artista; que pronto se expresaría en la puesta en escena de obras de teatro en su casa de la avenida uno con calle cuatro; y luego también en la casa de la calle 15 y la avenida once, donde, ya una Rosa María adulta realizaría espectáculos para beneficio del asilo Santa María. En esta última casa ella dejaría que se grabara la película corta mexicana "La casa del abuelo", porque era como un castillo, lleno de muebles antiguos, de cuadros, de reliquias, de vajillas finas y jarrones exóticos.

Era la Casa-museo Galán Gallejas. Jacobo Herrera llegó entrar allí cuando era un niño, unos 11 años. Perteneció al grupo de estudiantes, que de distintas escuelas, se reunían para recibir un taller de poesía de Rosa María durante una hora y media dos veces por semana: "Tenía una voz muy clara, de mucha personalidad, pero tenue, no molestaba. Gesticulaba mucho. Nos sentábamos en un espacio que ella nos asignaba. Nos leía muchos poemas. Y asistíamos de manera voluntaria. Era muy convincente, porque uno no se aburría. Le gustaba mucho enseñar y explicar. Ella decía que teníamos que escribir porque se tenía que conservar la tradición".

Los años en Rosa María no se contabilizan de otra manera que no sea hablar del arte. Quedarse en el sólo aspecto de su escritura descubrirá para la ciudad de Córdoba, que lo ignora sin duda alguna en su gran mayoría, a una poeta preciosa. Alabada no sólo por escritores del Córdoba viejo, sino también por otros que la conocieron como la premio novel de literatura Gabriela Mistral, quien la llamaría "Rosa de leyenda".

Aída García Hidalgo, Encargada de la Biblioteca rural del Bajío, pero sobre todo ferviente admiradora de Rosa María, opina que se debe rescatar a la Rosa María Galán Callejas escritora: "Es lamentable que su nombre no aparezca como el de una cordobesa ilustre, ni que ningún recinto cultural lleve su nombre... Las letras, que es la parte sensible del ser humano se está perdiendo. Las generaciones no lo saben. No les interesa sus libros. No les importa. Ni a mucha gente adulta de la ciudad".

Aunque la poeta era reservada para promocionar su obra y explicarla, ante la pregunta ¿cómo es que puedes pintar así, Rosita?, ella respondió: "No lo sé. Yo creo que es un ángel que se posa sobre mí y guía mi mano".

La artista, ya se ve en su vida de la casa bonita, del teatro mágico, de la silla que vuela, de los poemas que riman, murió a los 90 años. No tuvo hijos. Lo dio todo al arte al que siempre estuvo involucrada, no como una profesión ni un medio de ganarse la vida, sino como la única manera de existir. A veces sola, recitando al final oraciones a la luna plateada que entraba por su ventana: Y eso es literatura y vida: Su imaginación era desbordante.



Publicado el 4 de octubre de 2009 en diario El Mundo de Córdoba.

Comentario del autor: Rosa María Galán Callejas es un personaje que me ha impresionado. No pude conocerla, algo que he deseado mucho... Agradezco tanto la colaboración de aquellas personas dentro y fuera de diario El Mundo que hicieron posible este reportaje, que, por distintas razones, me es muy especial.


3 comentarios:

Manu Ureste dijo...

Felicidades Fredy por tu premio merecidísimo. Sin duda, eres todo un ejemplo de constancia y superación. Si TODOS acá tuviéramos las ganas que tú le pones a diario... otro 'mundo' sería posible.

Enhorabuena de nuevo.
Tu amigo Manu.

Fernando dijo...

Manuel, muchas gracias por lo que dices. Eres muy generoso. No sé muy bien qué decirte... otra vez: ¡gracias!

Leo dijo...

ROSA MARÍA GALÁN CALLEJAS, MUCHO DISTE A TU TIERRA, Y MUCHO A LAS LETRAS, MI INOLVIDABLE MAESTRA DE DECLAMACIÓN, MI ILUSTRE Y GRAN AMIGA, SIGUE EN LA INMORTALIDAD ESCRIBIENDO, TUS MÁGICAS LEYENDAS.Y GRACIAS MANUEL POR TODO LO QUE NOS CUENTAS DE ROSITA.