mayo 15, 2009

Patita de gato



Qué bonito gato. No tiene nada de especial, pero hace mucho que no veía un gato... Hacerlos dormir encima de mis piernas, sobre todo cuando hacía frío y mis huesos de niño agradecían su calor, hacer que enciendan su coche, eso era relajante, era el aviso de que estaban a punto de soñar. Era como su ronquido previo a cerrar los ojos. No faltó las veces que sin lo que sepa mi madre metía al gato bajo la cobija y dormíamos juntos, aunque se fuera antes de que yo despertara... Viéndolo bien siempre me gustaron los gatos... lo había olvidado.

Estoy en la casa de neuróticos anónimos. Sentado en un sillón de mimbre con almohadas blandas. Está este minino pardo con rayas verdes grises junto a mí, le acaricio la cabeza, parece que le gusta mi perfume, intento descubrirlo pasando el dedo a dos centímetros de su nariz, sigue la estela del movimiento, michito, michito, que empieza a jugar con mi maleta. Qué simpático. Hacemos la de mover algo para que él o ella intente atraparlo con sus patas. Cuento sus dedos peludos. Uno, dos, tres, cuatro... ¿son cuatro?... Se voltea, le toco sus pesuñas de goma. Estoy de lo más complacido, hace tanto que no jugaba con un gato.

¡Juaz! El gato enloquece, o lo que le parezca que es parte del lúdico encuentro: atrapa mi mano, la araña, intenta morderla. Sus garras vuelan. Logro librarme antes de ser tajado en pedazos por mi felino acompañante. No le digo nada. Él o ella tampoco. Nos miramos. En ese momento llega la persona que me atenderá.

-El gato me arañó.
-Ah... es por eso que está aquí, para controlar su ira. Jaja.
-El gato está en terapia, eh... (intento sonreír).

Las líneas que ha hecho en mi mano derecha, ante mis ojos, se inflaman. Veo un poco de sangre brotar de tres esquinas de las heridas.

Mientras hago la entrevista el gato se ha ido de mi lado. En medio de la charla aparece a un costado. Se me ocurre voltear a verlo. Mi interlocutora habla. Lo hago. Giro. Él o ella desvía el rumbo y se aleja mostrando su cola...

Patita de gato.

4 comentarios:

Elia Marina López dijo...

Es curioso revelarnos a nosotros mismos como lo que eramos de niños en los momentos en que ya mayores pareciéramos vivir en la locura. O cómo, simplemente, fuimos abducidos por ella y regresados sin aquella optica libre y creadora: la de nuestra niñez. Me gustó tu sito, felicidades. Ely

Fernando dijo...

Gracias. Es estimulante recibir este tipo de encuentros, que te devuelven a algo... y ahora, mientras escribo, mi mano arañada se ve mejor... diferente.

Anónimo dijo...

marik, jejeje de algo le sirvio la LACOSTE RED de 90 dolares !!!! no que no te pegaba el olor?


jejeje, saludos pues

att shesho

Fernando dijo...

Jajaja El lagarto fue identificado por el felino.