agosto 07, 2010

Manifiesto de presencia

Cada vez que te pienso se crea un punto en el Universo. Mis investigaciones últimas sobre él me dicen que en el plano de las ideas se pueden acumular nuevas fracciones de realidad con implicaciones desconocidas. Las conexiones -todavía inaccesibles hasta en el plano de los sueños, y me refiero a éste, porque es donde he encontrado mayores esperanzas- por su naturaleza misma ofrecerían una afectación de consecuencia. El Universo anda literalmente por todas partes. Si encuentras el vacío, podrías coger una punta, como tapete, y descubrirle un trailer de frutas. Que se desdobla, que es escurre como agua, que se mete en agujeros, que es lo mismo pero en distintas versiones. Tú te reflejas con una llameante intensidad en privilegiados espejos cósmicos. Te pronuncio y lanzo copias de ti a los acantilados inversos, a ésos que les crecen plantas que son unas estilistas en su movimiento de búsqueda del Sol. Creo que les alimentas de ánimo. Donde canta en apariencia un pájaro que nadie conoce, no incluido en las enciclopedias, y que la gente confunde también con los jugueteos del viento silbando sobre los tejados, es, lo ignoran, una recreación sonora de cómo te extraño: en distintas notas. La lluvia, qué farsa: un rey conmocionado. Si alguien cree ver objetos atípicos tripulados en el cielo, se sorprendería debajo de mis islotes de ideas conjuntas, enredadas y de la mano. Los idiotas niegan ver esta presencia, y se ufanan con grandilocuencia repetitiva en explicaciones apuradas en la ciencia de la "lógica". Una noche no es igual a la que le precede. Se parecen, es cierto, pero no acostumbro repetir la tibieza lírica de tu cuello dormido. Si me fijas, me encuentras. Si no me nombras, juego a la semana sobre un par de zapatos. Estoy perdido.
No me incomoda mi falta de ecología estelar de los espacios. Antes, y en contraparte, se diría que soy un promotor de la belleza de tu espíritu. Tendrían que sacarme las tripas, estirarlas y hacer de ellas cadenas que cuelgan de alambrados oxidados, que se decoloran, que se cae una y se cayeron todas, no, las mías no, las mías impregnadas de ti, reirían a carcajadas y le harían la fiesta a cualquiera. Siempre: y hasta con banda oficial. Aunque suene a un absolutismo irracional no me veo en otra configuración del orden que no sea ésta. Cuanto más me acerco a la idea primera, he de tener los caminos abiertos, las llaves en las puertas. Tú estás en las sombras.

Córdoba, México. Agosto de 2010.

2 comentarios:

IRISH GiRl dijo...

Veo que las palabras han vuelto a fluir, pero más aún, que has puesto en práctica lo que entre letras te ha regalado Artaud.
Un texto diferente ¡sin duda!, y aunque -para no mentirte- debo confesar que muchas cosas no me quedaron claras, al final tal vez es lo que menos importa. El autor no siempre espera que lo entiendan sino que lo lean y lo sientan. ¿Me equivoco?

ps. Welcome back to your Blog!!!

Fernando dijo...

Claro que no te equivocas. Si crees en algo es porque sientes, con pruebas o no, su verdad. Supongo que eso es distinto a entender con cabalidad el asunto.
Gracias por la bienvenida. Nos leemos.