agosto 21, 2010

Estancia en la historia de una ciudad mexicana



¿Qué pensaste cuando llegaste a Córdoba?, me pregunta Karla Bonastre. Retrocedo un par de años y lo que encuentro no es la ciudad en sí, sino un grupo de personas que estaban gritando de alegría cuando llegué. Parte del protocolo de la organización internacional que me recibía (Aiesec) o ejercicio expontáneo: se siente bien llegar a un lugar y que te reciban con un cartel pintado a mano que dice "Bienvenido". La ciudad y lo que la dibuja pasó a un segundo plano.

Tiempo después me pidieron que la graficara para el diario en el que trabajo. Y aunque seguramente filtré algunas de mis impresiones personales -obvio- intenté hacer una radiografía limpia de lo que realmente es. El texto fue introducido en una cápsula del tiempo que será abierta en 25 años. Eso dijeron. La idea me pareció curiosa e imaginé que en ese tiempo futuro alguien tomaría el diario de ese 5 de febrero de 2010 y leería lo que había puesto. Qué pretencioso. Lo cierto es que me siento honrado de que hayan confiado en mí para esa labor. La "Córdoba de hoy" estará perdida dentro de un cúmulo de textos elaborados por el personal de El Mundo de Córdoba. Lo valioso es el conjunto y todos los que idearon e hicieron posible una edición digna de ser leída con atención allá en el 2035. La verdad yo hubiera preferido que abrieran esa bóveda subterránea en el 2060, algo así. Unos 50 años después. Aunque supongo que el cálculo político hizo que alguien esperara ser invitado a tal ceremonia de apertura. Y pues haciendo las cuentas: unos 25 años sí acomoda en un traje impoluto que se movilice para los honores... Palmaditas por aquí y por allá. A mí lo que congratulará es que alguien me lea -puro y fino interés del que escribe- y que se pregunte: y quién es éste: allí, en esa curiosidad de un cordobés que no espera conocerme ni ponerse a la tarea de mi búsqueda -su sola pronunciación a mi ser me satisface-, habrá de hacer que surja un pequeño cosquilleo en la oreja derecha que cargo todos los días. A la distancia sufriré una evocación.

Cuando estoy a punto de alejarme de Córdoba dejo con nostalgia los pendientes con vivos y muertos personajes estigmatizados por la cultura y la poesía. La ciudad no es grande pero escondida, quizás por el horizonte que se pierde en sus lomas y que entorpece y ciega, hay una promesa de belleza que se basa en dos circunstacias: un amor a su tierra o una cultivación personal que aprecia su entorno y de él se enriquece. En ambos casos hay una lista -apenas la estoy descubriendo- de personas extraordinarias: por su generosidad, inteligencia, cultura y -esto es lo que más me emociona- sensibilidad poética.

Quizás no les suenen un Miguel Capistrán o un don Luis Sainz. Ni tampoco se enteraron de lo que fueron una Rosita Galán o un Jorge Cuesta. Hay allí una tarea. Córdoba -y se le sale a uno lo crítico- tendría que fortalecerse en su cultura. Una fortaleza que le es propia por el momento histórico de ser cuna de la Independencia de México. Cuando un mexicano del norte, por decir algo, quiera irse al sur y ponga sus ojos en la Ciudad de los Treinta Caballeros dirá que se va al lugar donde nace México con una firma precisa. El papel es el punto. Y si ello ocurrió -así, en ese instante- no por la sangre sino por la tinta: ¿en qué espacio propicio se erige Córdoba? ¿Qué se espera de ella por la trama histórica? ¿Qué debería cubrirla y caracterizarla? ¿Fue una coincidencia? ¿Y nada más?

Poca, nula... esta palabra es más exacta: fantasma. Fantasma es la cultura hoy en Córdoba. Aquí vivo ahora y en este tiempo. Y cuando uno toma distancia -como ahora me ocurre- se le viene pensar en ella. Actividad exclusiva que sugiere en lo mínimo un inquieto interés. Un aprecio y reconocimiento. Un sentimiento más elevado tiende a emanar evidencia. Me atengo.

1 comentario:

JC Cortes dijo...

Falta de cultura... sí... y falta de atención... a Córdoba le hacen falta muchas cosas y estando en la ciudad nos pasa como en muchos aspectos, vemos la paja en el ojo ajeno... hay mucho trabajo, pero, hoy, más que antes, múltiples intereses bloquean la educación y la cultura... estos factores nunca convienen al poder...