marzo 01, 2010

Luna que trae el viento

El viento corría por los pasillos de mi nueva casa. Y su silbido atravesando ventanas, subiéndose por los muebles y estrellándose en las paredes me despertó. Era de madrugada. Poco más de las tres de la mañana. No he dormido bien estos días, así que tenía que remediar el asunto para poder descansar con decencia como seguramente descansan los cocodrilos y los hipopótamos cuando la luna les da de lleno en sus rostros arrugados y rechonchos, respectivamente. Me levanté con el propósito de cerrar las ventanas del baño donde suponía se colaba el aire. Lo sentí caliente en mi cara y espeso por los granos de tierra. Tuve un deseo tenue de salir. Primero la sed. Caminé descalzo hasta la cocina. Abrí la refrigeradora, cogí un vaso y serví un concentrado de melocotones. Esta vez me acerqué a la ventana de la cocina. Vi la luna. Me sentí advertido: estás en comunión con el universo.

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