noviembre 21, 2008

La pulsión de una ciudad



Un día después, a diferencia de los que precedieron al hecho, llovió. Así estuvo durante horas adormeciendo la exaltación colectiva con su goteo lento pero inacabable. Los pájaros durmieron hasta tarde, porque luego de la conmoción del día anterior y del murmullo de las familias que no dejaban de comentar el suceso frente a los televisores y noticieros López-Doriga, de la hermana que mostraba las fotos del desfile del 20 de noviembre, del perro quejumbroso al que olvidaron sacar a pasear y de la pregunta trágica "¿y si hubiera explotado?", a ellos, los emplumados, se les chamuscaría el canto. Todo volvió a ser igual. Molestaba el campanear de la iglesia. Sólo la voz de un hombre era la esperada esa mañana posterior al hecho. Entonces, cuando la oyeron, corrieron a las puertas, sacaron los pesos y compraron el diario. Tenían que enterarse, repasar lo ocurrido el día que la ciudad colapsó.

"-Ha tenido que ser un accidente bien grave. Ve, mira este trailer, éste no tiene que andar por acá. Todos éstos van por la autopista. Son de carga pesada. Mira los autobuses. Éste no es su camino. Ha tenido que ser bien grande la cosa. No, y más temprano estaba peor. Las señoritas se desesperaban por llegar a su trabajo. Si de por sí la ciudad no tiene muchas vías, con todo esto nos fuimos a la chingada. Ve, mira éste otro, éste no tiene que andar por acá. Éste no es su camino, ve..."

-¿Eso fue lo que te dijo?
-Sí. No dejaba de repetir "éste no tiene que andar por acá".
-¿Andar?
-...
-¿Y tanto por un trailer caído?
-Un trailer lleno con 30 mil litros de turbosina. Si hubiera explotado, imagínate lo que pasaba. Dicen que esos se activan con un motor de auto encendido, con cualquier cosa que esté cerca.
-¿Dónde leíste eso?
-En el diario.
-¿Apoco lo pudiste comprar? Si ya no había...
-Lo vi en internet.

¿A quién no le gusta algo distinto en la vida? No siempre se puede comer frijoles. Para quien no acostumbra revisar primero la sección de policiales en la prensa, el verse inmerso en una posible tragedia local, lo hace partícipe de una pulsión de muerte colectiva. Los asiduos a este tipo de información estaban servidos y a sus anchas. Esta vez el accidente pasó a primera plana. Y nadie podía perderse las incidencias del hecho que trajo abajo a toda la ciudad. Un día después del desastre, el diario se vendió como pan caliente. Se hizo la edición de colección.


Foto: Un tebeo con otro nombre.

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