junio 28, 2008

Apatía en el Golfo

Yo sé que quieres cambiar el mundo, me dicen. Salgo a la calle ajustando mi mochila a mi torso ahora delgado por la falta de comida. Sé que pronto comeré así que mi cuerpo se calma y anda conmigo. Llego al paradero o parada de camiones como le llaman en este país y me doy cuenta de lo pequeña que es. Yo no puedo entrar en esto si estirara todo mi cuerpo y no agachara la cabeza. No necesito intentar encontrarme con el metal, a cierta distancia sé que estoy en lo cierto. ¿Qué comeré hoy?
Ahora vivo en Córdoba, una ciudad en el estado de Veracruz. Ayer por la tarde convocaron a una marcha por la seguridad ciudadana, esto a raíz del asesinato de Karina Reyes, una joven estudiante de la Universidad del Golfo de México. Secuestrada y luego muerta. Esperaba si no ver a parte de la población, al menos a muchos estudiantes de esa casa de estudios. No fue casi nadie. Pude contar 47 personas que empezaron la marcha y 46 que la terminaron.
Alguna prensa, la mayoría, los esperan en la Plaza, muy cómodos para tener una foto y hacer preguntas desubicadas. Un discurso breve, unas palmas y se acabó. Todos a casa. ¿Dónde estaban los estudiantes de la Universidad? ¿Muertos de miedo en sus clases o rascándose una oreja frente a la televisión hogareña? Los pocos, los valientes, los verdaderos ciudadanos estaban furiosos ante la apatía de la población. No reproduzco sus opiniones pues no me siento de lo mejor hablando mal de una tierra que -en lo poco que llevo aquí- me ha dado sólo satisfacciones personales.
Y hoy tenía que hablar. Denunciar. Pues el verbo si casi estéril casi nada sólo en mí. Comí pollo a la naranja con tortillas y arroz blanco. Vine a escribir.

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